“Ni chicha ni limoná”

En nuestra columna de la semana pasada escribimos una verdad de a puño sobre nuestra realidad nacional y el conflicto armado que, muy pocos se han atrevido a consignar “tal cual”, como reza el popular adagio: que nuestras gloriosas Fuerzas Armadas y de Policía, en su heroica y permanente defensa de la seguridad nacional y en la preservación del orden público han salido, sin lugar a duda, totalmente victoriosas frente al accionar de la insurgencia, en estos más de 50 años de lucha fratricida. Y que gracias a ello es que hoy existen los diálogos en La Habana. Y que en esta condición serán los orgullosos gerentes de esa paz tan anhelada, pactada desde la inmensa capacidad de perdón de un Estado victorioso. No por graciosa concesión subversiva y mucho menos como consecuencia de presión sediciosa, como no pocas veces han querido hacer ver analistas despistados o izquierdistas interesados.

Escrito lo anterior como constancia periodística de nuestra columna, se han conocido una serie de informes, 12 para ser exactos, presentados a la mesa de negociaciones por igual número de integrantes de la llamada "Comisión histórica del conflicto y sus víctimas", documentos que, como muy atinadamente lo ha señalado nuestro editorialista central en El Nuevo Siglo, buscan cumplir "con el objetivo de contribuir a la comprensión de la complejidad del contexto histórico de la confrontación" y tratan de facilitar y brindar elementos de juicio o "insumos" -como lo califican los entendidos- para que todas las partes involucradas en la negociación pero especialmente los delegados del Gobierno y los enviados de la guerrilla, puedan ilustrar sus posiciones y demandas.

Pero como todos los nobles empeños de este tipo -dicho esto con el mayor de los respetos, pero también con el más estricto y doloroso sentido de la realidad- esos escritos, por su escéptico afán, terminan siendo "ni chicha, ni limoná", como diría el inefable doctor Serpa.

No podía ser de otra manera porque es evidente que los doctos y bien intencionados expertos han caminado "pisando huevos" y en su afán de imparcialidad no han podido -o no han querido- profundizar sobre los verdaderos orígenes y determinares causas de la confrontación. Todo lo que han logrado es proyectar una película que por querer gustar a todos no ha dejado satisfecho a nadie. Era previsible. Nuestra propia experiencia como delegados que fuimos durante diez años en las Naciones Unidas y protagonistas en no pocas ocasiones y escenarios de este tipo de testimonios, nos ha enseñado que lejos de lograrse consensos positivos lo que se consigue a medias es profundizar diferencias y atizar con municiones "históricas" a los bandos involucrados. Y en no pocas oportunidades, como en el  caso que comentamos, la propia guerrilla se siente bañada por agua lustral que le justifica su criticable accionar.
Bajo ninguna circunstancia al querer explicar las causas objetivas o subjetivas de lo acontecido se puede justificar lo injustificable. Ni la falta de inclusión, ni la inequidad, ni el abandono y marginación periféricas, ni el atraso campesino, ni la brecha socioeconómica que separa al país rico del país pobre. El Estado ha venido haciendo ingentes esfuerzos para ir cerrándola. Nuestra gran tragedia es que el maldito y omnipresente narcotráfico ha atacado y cercenado nuestras defensas morales y ha potencializado los escenarios de corrupción y laxitud. Comenzado por la guerrilla que gracias a este ha visto siempre aceitadas y bien provistas sus municiones subversivas.

***

Adenda

Es con profundo dolor de amigo, que lamentamos la partida del doctor Miguel Antonio Posada Samper, compañero insigne de estas Fuerzas Armadas de que venimos hablando y egregio y brillante directivo del Grupo Bolívar.

Muchos de sus admiradores le rendimos homenaje ayer en la Catedral Castrense. Paz en su tumba y sentidas condolencias a su familia.

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