NO AL SOCIALISMO DESTRUCTIVO SIGLO XXI DE JMS

La paz se ha convertido en el epítome de la perversión moral. La aberración indecorosa que representa el gobierno de Juan Manuel Santos, causa, que el colombiano sienta la asfixia que surge de la imposibilidad de seguir avanzando con el ritmo moderno de la historia, ya que quienes piensan votar por este apátrida, es porque desean ver a Colombia convertida en una Cuba o Venezuela, en donde con la mentira y el voto electrónico manejan las elecciones a su antojo.

Creíamos que la llegada a la Presidencia de Juan Manuel Santos era la respuesta a la agonizante Farc. Las nuevas y abyectas figuras en el gobierno de Santos, en contraposición con el mensaje de la Seguridad Democrática, le aconsejaron lo contrario para llevar nuestro país al despeñadero, pero lo más reciente y vulgar ha sido cómo desde la Presidencia  se ha dictado a los Magistrados de la Corte Electoral, la prohibición de colocar el apellido de Uribe en el nuevo partido CENTRO DEMOCRATICO, violando abiertamente los derechos ciudadanos, y del mismo Álvaro Uribe Vélez, de levantar su voz en nombre de los miles de ciudadanos que de seguro darán su voto para defender a Colombia en contra de la mano narcoterrorista de las Farc, que quiere imponernos el Presidente Santos, para saciar su mezquindad por su fracaso en la administración que preside.

La precitada sintonía pueblo-gobierno que con mentiras y desfachatez maneja el Presidente Santos y sus áulicos, implica el hecho insólito de que nosotros, los colombianos de a pie, gente de trabajo y honrados, entendidos como colectivo, a pesar del horror que significa nuestro diario trajinar, continuamos siendo incapaces de generar respuestas válidas ante el despropósito político que amenaza esclavizarnos de llegar a entregarnos a las Jarc, que lo único que pretenden es el poder para subyugar de por vida el pueblo colombiano.

El proceso destructivo esclavizante del socialismo siglo XXI al que quiere llevarnos el Presidente Santos, en cualquiera de sus manifestaciones, políticas, sociales o económicas, podemos denominarlas como el secuestro del poder público, por la desbordada delincuencia que produce inflación galopante y bastaría para que en cualquier momento las protestas de carácter público nos condujeran a los cementerios por los castrocomunistas.

Los colombianos preferimos la supervivencia bajo condiciones humildes pero  dignas de seres humanos, tal como lo imponen nuestros valores y principios éticos, y no el socialismo trasnochado que el gobierno Santos, cohonestado como está por el secretariado de las farc;  espera imponernos y llevarnos a tan espantosa situación.

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