No es por los gringos

Increíble la ligereza con la que algunos colombianos analizan lo sucedido en Venezuela. Escucho voces que critican el rol de Estados Unidos y señalan, respecto de la posibilidad del uso de la fuerza para derrocar a Maduro, que no podemos hacerle el juego a Trump. Independiente de si debe considerarse la opción militar en algún momento, la posición firme del gobierno de Colombia no es para complacer a los gringos: es por nuestro bien.

Una postura firme frente al régimen de Maduro da réditos. Seguramente el presidente Trump, los del grupo de Lima y los 15 de Europa que reconocen a Guaidó, se benefician. Pero ese no es el tema: en Venezuela la mayoría de la población pasa física hambre y la democracia se acabó. De ahí la importancia del cerco diplomático, incluido el intento fallido por introducir ayuda humanitaria, que dejó en evidencia la calaña del dictador.

El punto es que se están acabando las opciones. Si no es ahora (cuando las sanciones económicas de los Estados Unidos empiezan a asfixiar los ingresos del régimen y crece la presión internacional para que Maduro y su élite mafiosa militar -que son la misma cosa- den un paso al costado y convoquen elecciones) la posibilidad de un cambio en Venezuela se diluirá. Y entre los más perjudicados estaría Colombia. Esa es la realidad.

Realidad que algunos, enceguecidos por su postura anti-yankee u odio visceral a Trump no quieren ver. Colombia le ha abierto las puertas a 1,2 millones de venezolanos y así debe ser. Pero tiene un impacto en el gasto: ha sido necesario direccionar recursos para atender la emergencia migratoria del orden de $2,7 billones de pesos, según estimativo del Gobierno; casi la mitad de lo que se prevé recaudar con la última reforma tributaria.

A lo anterior se suma el impacto en el comercio exterior. En 2008 las ventas a Venezuela fueron US$ 6.092 millones y en 2013 descendieron a US$ 2.255 millones. Desde ese año se han contraído las exportaciones 87,8 % llegando a US$ 275 millones a octubre 2018. Esta crisis llevó a la búsqueda de nuevos mercados con gran capacidad de resiliencia. Pero si cae Maduro se reabre una oportunidad comercial para Colombia y Venezuela.

Pero quizá el mayor impacto sobre el país es la alianza criminal del régimen con el Eln, cuyo mando vive en Venezuela hace dos décadas. Asesinan a una veintena de policías, vuelan los oleoductos, y se esconden allá. También van y vienen los milicianos. El Eln aún existe por Chávez y Maduro. Por eso, el más interesado en que caiga la dictadura es Colombia, para que esa, una guerrilla cobarde, esté al alcance de las Fuerzas Militares.

Aquí nadie le está haciendo el juego o un favor a los gringos. Independiente de si Trump se beneficia políticamente. Siquiera Estados Unidos ha tomado cartas en el asunto. Los dientes del cerco diplomático son las sanciones económicas, llamadas a asfixiar lenta pero efectivamente al régimen. Es factible que tarde más de lo previsto y lo deseado. Y la amenaza militar, ayuda, independiente de si sea conveniente apelar o no a esa opción.

No es fácil saber qué le espera a Venezuela. Pareciera que estamos abocados en el inmediato futuro a un deterioro acentuado y continuo del régimen, hasta que haya una implosión económica y social. No debe cesar la presión externa, aunque tome tiempo la caída de la tiranía. Independiente del escenario, debemos tener claro que luego de Venezuela, Colombia sería el más beneficiado con el fin de la dictadura. No los gringos, ni Trump.

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