NO ME ATREVO A OPINAR

Hay muchos temas para tratar sobre la política colombiana, pero opinar se puede convertir en un tremendo riesgo, como lo sufre la parlamentaria María Fernanda Cabal. Terminar en la cárcel a los ochenta años no deja de ser una contrariedad, como decía alguien. A propósito de 80 años vividos, esta es la peor época de mi corta vida. Espero que los años que Dios me dé y las Farc me dejen vivir sean algo mejor, pero como van las cosas tengo pocas esperanzas.

Ni el nueve de abril, cuando asesinaron a Gaitán, crimen aún en la impunidad, se vivió algo igual. Ni más reciente con el asesinato de Galán, crimen en la impunidad, teníamos esta incertidumbre. Ni cuando el asesinato de Álvaro Gómez, crimen aún en la impunidad, pasábamos por esta situación.

El tema del hacker da para mucho, pero no me quiero meter en honduras. Leí con atención los secretos revelados por él en la revista Semana. Me pareció, al leer el texto, como si fuera una lección muy bien aprendida por parte de Sepúlveda y un periodista conocedor de las preguntas que le debía hacer de acuerdo con lo que debe figurar en el expediente.

El presidente Santos dijo que le había dado un escalofrío leyendo las declaraciones del hacker. Ni frío ni escalofrío ni rabia y mucho menos sorpresa le dio con el asesinato de 7 miembros de las Fuerzas Militares en el departamento del Cauca un 7 de agosto. No le dio ni para rechazar estos hechos. Tampoco le dio escalofrío el asesinato e incineración de tres miembros de la Policía Nacional en El Bordo y nueve soldados asesinados en Arauquita.

Sale Popeye de la cárcel por pena cumplida. Mala noticia, pero pagó lo que la justicia colombiana vigente le impuso. Si alguien debía estar aterrado sería quien esto escribe, ya que este individuo hizo parte de los quince narcotraficantes que fueron a mi casa para secuestrarme. Gracias a Dios nos pudimos defender de ellos y evitar el secuestro. Asusta que esté libre pero la ley es la ley y más cuando se aplica de acuerdo con la legislación vigente.

Grave sí lo que ahora se pretende con unos personajes igualmente narcotraficantes, asesinos, secuestradores, abusadores de menores, reclutadores de niños, violadores de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. Se quiere llegar a una paz necesaria para el país y todos los colombianos, pero un acuerdo que concluirá en la impunidad, en la libertad sin pagar cárcel. Esto sería lo más grave para Colombia, para las víctimas, para la democracia. Sería la peor violación de las leyes y de la Constitución colombiana. Ahora dicen, los de las Farc, que no entregarán las armas al firmar el acuerdo de paz. Paz con el fusil en el cuello.

Nunca a Popeye, a Pablo Escobar y a toda su gente se trató de igualarlos con las Fuerzas Militares como ahora se hace con los pares de aquellos narcotraficantes de las Farc. Nunca se habló de deponer armas en forma bilateral.

Una vez firmado el acuerdo de paz con impunidad, con cargos públicos y con curules, Santos sentirá un fresquito.

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