No, presidente Maduro

No, presidente Maduro, no es pisoteando a humildes e inermes ciudadanos colombianos, para expulsarlos de Venezuela y generar una crisis humanitaria en la frontera, que va a crear nuevas cortinas de humo y así ocultar la grave crisis por la cual atraviesa su país.

Su estrategia de endilgar a otros las responsabilidades de la debacle venezolana es querer tapar el sol con un dedo. Difícilmente sus disparatados discursos logran ocultar el mal gobierno de los últimos 16 años.

No, presidente Maduro, usted no puede continuar desconociendo las normas internas de su propio país, ni el Derecho Internacional, para propiciar masivas deportaciones bajo el argumento falaz de que quienes las sufren pertenecen al paramilitarismo. Es cierto que en una frontera tan extensa y viva se han presentado reiterados problemas de delincuencia y contrabando. No es cuento nuevo. Pero adjudicar la responsabilidad de los altísimos niveles de violencia que azotan Venezuela a “paracos”, o decir que la escasez de alimentos obedece a la labor de los contrabandistas, es absurdo.

No, presidente Maduro, no es inventándose conflictos con países vecinos, como Guyana o Colombia, que va a crear situaciones que le permitan posponer la realización de las elecciones del 6 de diciembre. Usted sabe bien que la oposición obtendrá la mayoría en la Asamblea Nacional. En su país todos los ciudadanos, sin importar su condición social, padecen las siete plagas de Egipto. Si a la inseguridad y el desabastecimiento se les suman la corrupción, la inflación, la devaluación del bolívar fuerte, el excesivo autoritarismo, la represión y el encarcelamiento de dirigentes de la oposición, el panorama de Venezuela luce desolador.

No, presidente Maduro, la vía para resolver los problemas binacionales no es la confrontación, sino el diálogo. El presidente Juan Manuel Santos agotó hasta la última instancia del camino diplomático sin resultados. Su gobierno ha sido reacio a reabrir la frontera, lo que ocasiona un grave daño económico y social en ambos lados. Pretender acabar el contrabando afectando el comercio legal es como querer apagar un incendio con gasolina. Contrabando, que según su entender, es culpa de colombianos. Negándose así a ver las mafias binacionales conformadas por delincuentes de ambos países, así como autoridades de su propio país, entre ellas miembros de la Guardia Nacional involucrados con el negocio de la gasolina.

No, presidente Maduro, no somos los medios de comunicación de Colombia los que desinformamos al presidente Santos. Miembros del alto Gobierno, entre ellos la canciller Holguín y el ministro Cristo, han palpado de primera mano la realidad de los más de 1.000 deportados. Las vejaciones a las cuales fueron sometidos y las pocas pertenencias o, como usted diría, “los corotos” que pudieron traer consigo. No fue, entonces, una crisis fabricada, como usted quería hacer creer a los medios de su país.

Los recientes pronunciamientos de organizaciones serias, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la OEA, Human Rights Watch y la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, han condenado de manera contundente la reciente actuación de su gobierno que afecta a ciudadanos colombianos en su país. Para usted seguramente se trata de infundios de cómplices del “Imperio” que forman parte de una conjura internacional. Sin embargo, jugar con candela puede terminar por incendiar la frontera, que es lo que al parecer sería de su agrado. Por ese hecho, y muchos más, ante sus provocaciones reiteradas la respuesta sólo puede ser una de nuestra parte: no, presidente Maduro, no.

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