NO REELECCIÓN

Era amigo de la reelección como un premio al buen gobernante y premio también para los colombianos que se sentían bien gobernados. Así sucedió: Álvaro Uribe ganó en la primera votación en 2002, fue reelegido en la primera vuelta en 2006 por su acertado gobierno en bien de Colombia.

No siendo posible otro período de Álvaro Uribe, este señaló y condujo a Juan Manuel Santos como su sucesor para seguir la política de Seguridad Democrática. Santos ganó en una segunda vuelta pero se desvió de lo esperado por el pueblo. Para el siguiente período perdió en la primera votación, prueba del rechazo de los colombianos. En su desespero apeló a todo lo lícito o no para lograr un triunfo dudoso. Ahora sale a decir que no cambió la Constitución para que lo reeligieran. Cierto, no la cambió, pero cambió la conciencia de muchos colombianos por la mermelada, las novelas de terror y de misterio, el derroche en publicidad, la presión a la justicia, las falsas promesas y todo lo que pueda caber en una ambición desmesurada.

La realidad de lo que sucede lo dice el pueblo colombiano. En estos días escuché de unas encuestas publicadas en el periódico El Tiempo. Busqué esas encuestas en la primera página como siempre aparecen, pero nada. Busqué en la segunda, nada. Seguí pasando páginas hasta que llegué a la décima. En la parte de abajo, de esa página, encontré unos cuadros pequeños que mostraban una curva descendente de la imagen positiva y una ascendente de la negativa hasta casi juntarse, empate técnico. Otra que preguntaba si el país va bien o mal, la curva que dice que va mal sobrepasa por mucho a la que va bien. Entendí, entonces, lo de la página diez.

Todo lo anterior nos muestra que la reelección, de por sí, no es mala. Se vuelve perversa cuando se presiona la conciencia del pueblo, cuando se apela a todos los medios para forzar una votación no deseada. Tanto es así, que el mismo presidente Santos ha presentado al Congreso un proyecto de acto legislativo para eliminar la posibilidad de reelección. Él mismo se ha dado cuenta de que la reelección es perversa cuando se tuerce la voluntad del pueblo. Con esa forma de ganar me convencí de que en este país no es buena la reelección.

Otra firma encuestadora, esta vez Gallup, publicó unas encuestas que muestran la realidad mucho más completa. Las mismas curvas descendentes para Santos. Más preocupante aún, de si baja o sube el presidente, es la opinión del pueblo colombiano sobre el país y sus instituciones: el más bajo, por supuesto son las Farc, estas tienen un 90 % desfavorable y solo un cinco de favorabilidad. Al lado de ellas, Venezuela. De allí en adelante viene lo más grave. Siguen en orden ascendente con una favorabilidad preocupante por lo baja: los partidos políticos con el 14 %, el sistema judicial el 17 %, El Congreso el 22 %, la Corte Suprema de Justicia con el 32 % y le siguen la Fiscalía, la Corte Constitucional, la Procuraduría, la Contraloría que ninguna llega al 50 %. El presidente está en el 44 %.

¿Tendrá futuro un país donde ninguno de los tres poderes públicos tiene una opinión favorable?

Pobre Colombia.

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