Nos deja sin dolor

Nos deja Juanpa (como le gusta que le digamos) y nos deja sin dolor para nosotros los colombianos. Antes, por el contrario, sentimos una gran alegría porque todavía queda algo de país y la esperanza de que Iván Duque y Marta Lucía Ramírez logren enderezar el rumbo equivocado y fatal por el que nos conducía quien, el martes pasado, dejó el cargo que con indignidad ocupó.

Deja un país endeudado como nunca antes, la salud en estado de coma y en cuidados intensivos, las EPS quebradas y sin posibilidades de prestar los servicios que les corresponden. La guerrilla en plena actividad, rearmada, cometiendo crímenes como siempre, secuestrando, volando oleoductos y los jefes ya imposibilitados físicamente para seguir en esas actividades, en el Congreso de la República.

Deja proyectos de obras públicas sin terminar, colapsadas y paralizadas por la corrupción que dejó implantar en la administración del Estado. Él mismo comprometido en escándalos con grandes firmas de obras públicas. Los tres poderes debilitados por la corrupción rampante que se ha apoderado del país, miembros del Congreso, dignatarios de la justicia y miembros del Ejecutivo comprometidos con la corrupción que se impuso en estos ocho años de desgobierno.

Los cultivos de coca en crecimiento casi exponencial por la falsa política, exigida por la guerrilla, de hacer creer que la fumigación es dañina para los humanos que no viven, nunca han vivido, en la selva profunda donde la cultivan. Las exportaciones de cocaína en crecimiento con el peligro de que los países consumidores tomen medidas contra este país productor. La juventud colombiana convertida en los grandes consumidores de drogas como nunca antes.

Nuestras gloriosas fuerzas armadas imposibilitadas para actuar como su juramento les manda, porque el jefe supremo les ha frenado su accionar. Con esa actitud ha conseguido desmoralizarlas. Aun así, siguen exponiendo sus vidas en cumplimiento del deber como ejemplo para su comandante y jefe supremo.

Llega el presidente Iván Duque a corregir estos entuertos. Llega con las fuerzas de su juventud y el conocimiento claro del país y de sus problemas. Ha dicho que no pondrá el espejo retrovisor, pero los colombianos tenemos el derecho a saber lo que encuentra y su punto de partida. No va a ser fácil gobernar, los colombianos debemos rodearlo y apoyarlo para que, por fin, tengamos un futuro promisorio.

Para lograr el objetivo de recuperar el país, debe corregir muchas de las políticas equivocadas del gobierno que, gracias a Dios, ha terminado. Debe combatir los cultivos ilícitos y el procesamiento de la cocaína, acabar con el mito del peligro que representa la fumigación, perseguir el consumo interno y la exportación creciente en el pasado gobierno.

Por otro lado, hay que recuperar las exportaciones industriales y agrícolas que han venido a la baja. Recuperar la confianza empresarial. Rebajar la deuda externa. Mejorar el empleo.

Urge la reforma a la justicia que, por fortuna, el presidente tiene bien clara esa urgencia.

Esos son parte de los retos para el nuevo gobierno.

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