¿Nuevo modelo de violencia?

Timochenko e Iván Márquez, principales cabecillas de las Farc, advirtieron recientemente con el cinismo que los caracteriza que: No hay víctimas de las Farc, sino víctimas de la guerra en Colombia.

Que el Estado y los paramilitares son los responsables del 80% de las 220.000 víctimas del conflicto. Igualmente culpables por haber victimizado a las Farc, son los partidos políticos, la prensa, la Iglesia y los gobiernos de los Estados Unidos. Exigió, finalmente, una comisión para esclarecer las responsabilidades por los ataques del Estado contra las Farc. Timochenko remató advirtiendo que ellos “no se arrepienten ni un instante de los hechos”.

La patraña del viaje a La Habana de víctimas seleccionadas y aleccionadas por los amigos de las Farc para discutir los temas de verdad y reparación tiene por objeto apoyar las inculpaciones anteriores. No es de extrañar que el presidente Santos se alinee, en una de sus generalizaciones ofensivas con los cabecillas aludidos, al afirmar que todos los colombianos, absolutamente todos, somos culpables del conflicto. No creo que Santos sea capaz de suspender las negociaciones de La Habana.

Su paso siguiente se encaminará a permitir la participación política de las Farc, tras la aplicación de una justicia transicional con penas insignificantes, con zonas de reserva campesina protegidas contra las fumigaciones y las erradicaciones manuales de los cultivos de coca, sin entrega de las armas y aprovechando la corrupción colombiana para que el partido político de las Farc reciba dineros oficiales.

Dudo que el acuerdo que se firme asegure la entrada de los narcoterroristas al marco institucional colombiano y que, por el contrario, permita que la población inicie su ingreso al marco ideológico de las Farc. No podemos descartar un posconflicto más violento y tenebroso que el propio conflicto, ejemplos tenemos en Centroamérica. Temo que terminemos mudando solamente el modelo violencia.

El cambio de nuestras instituciones para ajustarlas a los valores de las guerrillas vendrá luego, en forma lenta, hasta que alcancen por la vía política el poder que no lograron por medio de las armas. “Colombia: La paz se negocia, no se conquista”, les recomendó Hugo Chávez a las Farc.

En abril pasado visitaron Bogotá unos parlamentarios iraníes y según el experto seguidor de sus andanzas, Joseph Humire, manifestaron que “si las Farc tienen posibilidades políticas, serán ellas un nuevo aliado para su gobierno en América Latina. Que ya existen contactos de las Farc con Hezbolla y con los talibanes”.

Algunos amigos de la paz a la manera del presidente Santos insisten en que las Farc con el 3% de popularidad no tienen nada que hacer en una contienda electoral. Se equivocan, en las elecciones presidenciales pasadas, numerosos municipios del sur del país de reconocida presencia guerrillera, el 93% de sus votos figuraron a nombre de Santos, porque la guerrilla los obligó con el fusil en el cuello.

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