ONG y Farc

Herbin Hoyos, el periodista de ‘Las voces del secuestro’, señaló en un debate de la revista Semana un punto muy importante sobre la diferencia entre las víctimas de las Farc y de las del Estado y los paramilitares. Las primeras cuando se convierten en víctimas encuentran que no existen mayores organizaciones que las representen ante el Estado y la sociedad, mientras que para las segundas existen toda una serie de organizaciones con experiencia para tramitar sus demandas ante las diversas instancias institucionales.

Muchas de estas organizaciones tienen además una agenda política que supera ampliamente el tema de las víctimas. Son plataformas que aspiran a influir sobre decisiones de todo tipo en la sociedad y a difundir una ideología de izquierda. Algunos de sus directores y principales figuras han encontrado tanta proyección que incluso se han lanzado a cargos de elección popular con éxito.

De por sí que existan organizaciones con las características anteriores no es ningún problema. Es sano y deseable para la democracia. Si no existieran habría que crearlas, tal como al día de hoy sería conveniente que se crearan organizaciones de derecha que facilitaran la representación de las víctimas de las Farc.

La preocupación apunta hacia otro lado. Hacia el hecho de que algunos miembros de estas organizaciones las utilicen como parte de una agenda conjunta con las Farc en la legalidad. Está muy bien que una ONG proteste contra determinadas políticas o por determinada situación y que capacite a la población para reclamar por sus derechos. Pero es muy peligroso que estas tareas se realicen para perseguir objetivos estratégicos de la guerrilla.

Las principales víctimas de la relación entre miembros de la sociedad civil y la guerrilla son los propios miembros de organizaciones de izquierda que no tienen nada que ver con la insurgencia. Ellos quedan como carne de cañón ante eventuales retaliaciones de carácter irregular porque su movilización inconscientemente termina por favorecer a un actor armado que hace mucho daño a la población. Además, la relación pone en riesgo el propósito de la democracia de defender el pluralismo siempre y cuando sea por medios no violentos.

Imaginemos nada más unos campesinos que protestan por el precio de su producto y los líderes del movimiento coordinan sus acciones para que coincidan con las necesidades políticas del momento de la guerrilla. Al final el Estado va ser mucho más reacio a la hora de realizar concesiones a estos campesinos y el riesgo de que paramilitares o miembros de la Fuerza Pública encubiertos tomen acciones represivas será superior.

Si bien parecieran exagerados el número de casos denunciados por medios y opinadores de extrema derecha, es muy probable que así como existe una parapolítica exista una Farc-ONG-política. Es decir, es casi seguro que más de un centenar de líderes y activistas de importantes ONG nacionales y regionales han actuado de manera conjunta y han recibido soporte de las Farc.

En las negociaciones con las AUC la clase política prefirió no incluir sus vínculos con los paramilitares en el marco legal, el resultado final fue casi un centenar de congresistas juzgados. ¿Van a tomar la misma alternativa los miembros de las ONG vinculados a las Farc? ¿Están convencidos que, a diferencia de los parapolíticos, la Justicia no se atreverá a investigarlos y la prensa a denunciarlos?

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