Desgarrador relato de su secuestro por las Farc: El general (r) Luis Mendieta describió en su testimonio ante la JEP las torturas y vejámenes a que fue sometido.

«Criticó duramente el proceso de paz: Destacar que gracias a ese proceso los únicos beneficiados fueron las Farc, que en este momento tienen las diez curules, que le dieron presupuesto a su movimiento político, que le dieron cargos en el Ejecutivo, que el dieron un magistrado en el Consejo Nacional Electoral, mientras que las víctimas que ellos ocasionaron hemos sido los excluidos, los marginados.»

“Me tocó aprender a caminar de nuevo durante el secuestro”

Este oficial en retiro de la Policía Nacional, quien en enero de 2009 fue ascendido al rango de general mientras aún se encontraba en cautiverio, relató cómo ocurrió la toma de Mitú, en donde fue plagiado junto a 60 uniformados más; cómo fueron sus casi doce años de secuestro; y cómo recuperó la libertad gracias a la Operación Camaleón.

Fue una narración sentida y pausada, interrumpida en varias ocasiones por las lágrimas. Agradeció a quienes lo ayudaron en cautiverio a sortear sus delicados problemas de salud y a quienes por medio de la radio permitieron que le llegaran voces de aliento desde el exterior.

El inicio de su relato se remontó al 16 de septiembre de 1998 y a la ciudad de Santa Marta, cuando le notificaron que sería trasladado a Mitú, la capital de Vaupés. Al día siguiente, con el rango de coronel, asumió como comandante de Policía de ese departamento y lo pusieron al tanto de la situación a la que se enfrentaba: “Que las Farc estaban cerca y se presumía una toma terrorista”.

Contó que a partir de ese momento le fueron enviados semanalmente varios informes de inteligencia a la Séptima Brigada del Ejército y a “diferentes instancias de la Policía Nacional sobre la situación de orden público que se estaba viviendo, solicitando los respectivos refuerzos de personas, de armamento e incluso de comunicaciones para tratar de monitorear las comunicaciones de las Farc”.

De acuerdo con Mendieta, en la madrugada del primero de noviembre de 1998 inició el ataque contra la cabecera municipal con cilindros bomba, que continuó todo el día a pesar de que el comando de Policía fue destruido hacia las 10 de la mañana. Una vez sometidos los uniformados, cuenta el general retirado, los guerrilleros les pusieron cordeles en el cuello, les ataron las manos y los hicieron marchar en fila río arriba, hasta un punto en donde los esperaba una lancha que los llevó a las profundidades de la selva.

El general dijo que, tras la toma, les contaron que en ella participaron dos mil guerrilleros, porque el ‘Mono Jojoy’ ordenó que participaran siete frentes y tres compañías móviles. En cambio, en Mitú apenas había 76 uniformados y 30 policías bachilleres encargados, según él, de estar en contacto con la comunidad y de hacer actividades culturales.

A partir de ese momento, Mendieta pasó por varios campamentos, realizó marchas forzadas y tuvo diferentes carceleros. Posteriormente, las Farc liberaron unilateralmente a 54 de los policías retenidos en Mitú. Sin embargo, permanecieron secuestrados los de alto rango. De acuerdo con el general: “En los días siguientes nos trasladan y es ahí en donde alias ‘Grannobles’, hermano del ‘Mono Jojoy’, nos llevó cadenas gruesas con candados. Nos acordonaban de a dos, en oportunidades hasta tres secuestrados, uno tras de otro”.

Y prosiguió: “A veces se le decía al guerrillero que concediera al menos un eslabón de la cadena. Yo creo que ese era el trato digno y humanitario por parte de la guerrilla: que le ceda un eslabón para que no le quede tan apretada la cadena y le maltrate al comer o al beber, al ceder un eslabón uno respira un poquito. (En ocasiones) la cadena presionaba la libre respiración y en momentos me despertaba con medio cuerpo paralizado y medio cerebro con hormigueo”. También refirió la falta de la atención de enfermedades y suministro de medicamentos.

Con la cancelación de los diálogos de paz con el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) y la clausura de la zona distensión, volvieron las marchas en medio de la selva. Estas se agudizaron tras la ofensiva militar que el presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2006/2006-2010) emprendió contra las Farc. Al respecto, el general Mendieta contó que el ‘Mono Jojoy’ les dijo personalmente a los secuestrados: “Mientras el doctor Uribe sea presidente de la República, ustedes no salen de acá”. Y que a él le dictó la siguiente sentencia: “Coronel, usted es el último en salir, si es que llega a salir”.

Producto de la fuerte presión de la Fuerza Pública, los secuestrados tuvieron que marchar constantemente durante tres meses y ese traslado fue denominado por algunos de ellos como la “marcha de la muerte”. “Después de varios meses de caminar, infortunadamente se me fueron afectando las piernas. Cortaron un palo y me lo prestaron para que me apoyara. Caminaba cojeando. En los días siguientes, como seguían las marchas, ya no podía casi caminar y utilicé muletas con otro palo. Mientras mis compañeros llegaban a las cuatro o cinco de la tarde, como me quedaba (rezagado), llegaba a las diez u once de la noche exhausto y muchas veces ni comía”, relató.

Su movilidad siguió deteriorándose: “Después de otros días de andar con las muletas ya no me pude levantar, entonces me tocó arrastrarme (con los) codos, (las) manos. Allí en ese tiempo también estaba alias ‘Jerónimo’ y me dijo, mientras mis compañeros fueron a la quebrada a bañarse: ‘Vaya, vaya báñese’. No sé si era burla o qué era, porque si no podía caminar, cómo me podía bañar”.

Su salud empezó a mejorar luego de que una enfermera de otra cuadrilla le suministrara una inyección antitetánica y le aplicaran inyecciones de penicilina durante los diez días siguientes. “Gracias a eso comencé a medio recuperarme. Da la casualidad que también nos quedamos en un solo sitio y ahí pedí permiso para que me dejaran ir hacia el lado del río. Me arrastraba y en el río comencé a mover las piernas, y poco a poco fui comenzando ese proceso de nuevamente recuperarme. Al comienzo es como volver nuevamente a caminar: gatear, después como cuando un niño trata de mantener el equilibrio, y así fui avanzando. Afortunadamente algunos compañeros me ayudaban con masajes y estiramientos, y días después pude recuperar la movilidad”, explicó.

A raíz de la cercana presencia de la Fuerza Pública, las amenazas de ejecución aumentaron. Pero el general destacó que “durante los once años, siete meses, trece días y 19 horas que duró mi secuestro, siempre estuvimos con amenazas permanentes de muerte: los fusiles apuntándonos y muchas veces la munición la sacaban y la cargaban para simular que nos fusilaban. En muchas ocasiones hacían simulacro de lanzarnos granadas”.

Tras concluir su relato, les preguntó a los magistrados por las demás víctimas de las Farc, especialmente los secuestrados que nunca retornaron a sus casas y de quienes no se tienen noticias. Asimismo, por cómo será la reparación y la reconstrucción de las vidas de quienes sufrieron “las inclemencias de la barbarie terrorista por parte de las Farc”.

Finalmente, cuestionó a la comunidad nacional y a la internacional por la indiferencia que, a su juicio, tuvieron con los denominados “canjeables”. Y criticó duramente el proceso de paz: “Destacar que gracias a ese proceso los únicos beneficiados fueron las Farc, que en este momento tienen las diez curules, que le dieron presupuesto a su movimiento político, que le dieron cargos en el Ejecutivo, que el dieron un magistrado en el Consejo Nacional Electoral, mientras que las víctimas que ellos ocasionaron hemos sido los excluidos, los marginados”.

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