Uno de los golpes más nefastos que a la clase media le ha dado la administración de Juan Manuel Santos es la reforma tributaria que diseñaron Juan Ricardo Ortega, un grupo de “eminencias” e impulsó y untó mermelada a cuanto congresista pudo el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas. Pocas leyes alcabaleras en nuestra historia le han dado garrotazo tan artero a la clase media, los profesionales independientes, los pequeños y medianos empresarios, como ella.

Fue aprobada hace meses, basados en la premisa de que los colombianos pronto olvidan y para la época de elecciones nadie recordaría tal garrotazo.

Pero como la reformita de marras estableció que el IVA se paga anualmente, la Dian está repartiendo en enero, de regalo de Reyes, el cobro del IVA, que se suma a la valorización, el impuesto predial, las matrículas de colegios y universidades, compra de textos escolares, etc.

La filosofía del alcabalero Ortega es que hay que ahorrar esa platica durante el año para pagarla cumplidamente, pues no es de los contribuyentes, sino del Estado.

Eso se podría hacer si los ingresos de la clase media y los profesionales independientes fueran suficientes, pero el modelo económico implementado llena las arcas de muy pocos y pone a la clase media a saltar matones, salvo que participe en aquellas licitaciones públicas que tienen un solo oferente; en ellas sí se reparte mermelada.

Por el satánico pago anual del IVA muchos colombianos honestos están mutando en delincuentes, pues si no cancelan, incurren en prevaricato.

¡Ah! Pero no olvidemos que los congresistas santandereanos votaron a favor de la aprobación de tan criminal reforma, la que volvió delincuentes a muchos electores. Y ahora, tales “padres de la patria” nos imploran que votemos por ellos. ¿Olvidan acaso que bastantes votantes son hoy prevaricadores gracias a la reformita tributaria que ellos aprobaron y la mermelada que les untaron?