Percepción de opinión pública. Viraje al proceso en La Habana

Cuando se anunció al país el inicio del proceso de paz en La Habana, hace más de dos años, se informó sobre unos puntos que eran cruciales para el éxito de la negociación; como que lo que sucediera por fuera en el conflicto, no tenía por qué afectar lo que pasaba en la mesa de negociación y al contrario, lo que se discutiera en la mesa, no tenía por qué alterar la ofensiva del Ejército contra los subversivos. Se aplicó en ese entonces la máxima del exprimer ministro israelí Rabin, quien había señalado que era necesario  negociar como si no existiese guerra, pero manteniendo la ofensiva militar como si no existiese un proceso de paz. Consideramos que este punto fue importante, pero ya cumplió su propósito inicial; de no haber sido así la opinión pública no hubiese aceptado el proceso, máxime cuando se consideraba en ese momento en el país, que por primera vez en la historia se le estaba ganando a la guerrilla, con los duros golpes a su cúpula y el acorralamiento a que estaba sometida.

No puede perderse de vista que en ese momento, noviembre de 2012, también se le dijo al país que el proceso iba a ser rápido, máximo de un año y que por ningun motivo se podía extender en el tiempo. El plazo se venció  e incluso se ha dicho por la guerrila misma que es muy posible que en este año tampoco se llegue a los acuerdos, es decir, el proceso va para largo.

En los últimos meses la guerrilla de las Farc ha arremetido contra la población civil en forma vil y desproporcionada. Dejan sin luz a la población de Buenaventura, a Campo Rubiales y al sur del país, sin agua a los habitantes de Ariari, destruyen carreteras, asesinan niños y la emprenden contra la fuerza pública en Arauca y por todo el país, secuestran altos oficiciales y soldados. A los ojos de cualquier observador desprevenido la conclusión elemental sería que no les interesa lo que pase con el proceso de paz que se adelanta en La Habana; es evidente que semejante arremetida socava la credibilidad de la opinión pública en el proceso de paz.

Por ello resulta explicable y aceptable que el Jefe de Estado advierta en esta semana que llegó el momento de poner fin a la desconexión entre lo que pasa en La Habana y lo que sucede en el conflicto armado. Por supuesto, que las premisas iniciales deben ser modificadas; la actitud de la guerrilla debe ser coherente con lo que se está negociando y traslucirse en hechos inequívocos de paz. En estos momentos, toda actuación de la guerrilla se refleja en la percepción que tiene la opinión pública en el proceso y sus hechos vandálicos desacreditan más a su ya deteriorada imagen, y la que  tiene Colombia. sobre el proceso de paz.

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