Periodismo patrio

No puede ser el sufrimiento, el drama humano de los miles de colombianos deportados o desplazados de Venezuela lo que genera un clima tal de indignación en los medios del país.

Sí, las imágenes de personas cargando neveras al hombro, cruzando el río Táchira, son desgarradoras. O qué decir de la retroexcavadora demoliendo casas marcadas con una “D”, que en realidad, según varios testimonios, es una “C” de colombiano.

Sin embargo, peores tragedias humanas, ¡mucho peores!, ha visto el país sin rasgarse un hilo del traje cotidiano de la normalidad nacional. Peores desplazamientos han pasado al agache de los titulares. Según la oficina de la ONU sobre este tema, Acnur, más de 360 mil colombianos fueron desplazados internamente, 1.000 al día, sin crisis en la frontera con Venezuela.

En cambio ahora, “Señor Maduro, Colombia se respeta”, aparece en letra grande en una portada de revista. Las radios ruedan cortinillas de “acompañamos a los colombianos que están huyendo de la frontera” antes de soltar sus voces quebradas por llanto. “¡Infamia!”, con exclamaciones imprimen los diarios.

El nacionalismo es el principal consejero del periodismo por estos días. Parece que los locutores deportivos se hubieran tomado las salas de redacción. El sentimiento patrio se desbordó de las páginas editoriales y ensucia la información.

Es lo que denunciamos que pasa en Venezuela a diario, y que de este lado de la frontera nos gusta tanto señalar desde la altura moral de quienes sólo nos autocensuramos. Eso es lo que más eriza la piel: el doble papel de activistas nacionales y defensores de la pureza informativa. Al menos figuras como Jorge Ramos aceptan de entrada que sus juicios están teñidos de inmigrante mexicano.

Los peligros de esta complacencia patriótica que delega la línea editorial a los estómagos llenos de ajiaco y bandeja paisa son abundantes y no muy lejanos. No, no viene una invocación del nazismo, como hicieron nuestros medios cuando empezaron las deportaciones de colombianos. Hace apenas 14 años, por la ceguera patriótica posterior al 11/9, los medios de EE.UU. le pavimentaron el camino a Bush para invadir Irak bajo falsos pretextos con mentiras recubiertas de tinta del New York Times.

Lo de ahora es de otras proporciones. Afortunadamente la geopolítica global no está en manos de los medios de comunicación que encierran las fronteras colombo-venezolanas. Pero la crisis tiene muchos matices, que han permanecido ocultos.

Ninguno de estos matices, ni el hecho de buscar explorarlos, indica una justificación de las acciones del gobierno venezolano. Al contrario, ha sido importante la labor de reportar abusos y confrontar las versiones y mentiras oficiales y sus motivaciones políticas.

Hecha la aclaración -un escudo preventivo y seguramente fútil contra los insultos- valdría la pena preguntarse, por ejemplo, por qué, si Colombia es un paraíso democrático, Venezuela es la que tiene cerca de 5 millones de inmigrantes colombianos. ¿Quién atacó a los tenientes venezolanos? ¿Qué hay detrás del homicidio de Liliana Heguerta?

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