Plebiscito: un obstinado y sordo transitar

Colombia es el país de lo gubernamentalmente inverosímil, y tan amañado plebiscito subirá derecho al cielo como Remedios 'la bella'.

En mi columna del primero de enero del año en curso: ‘La fosa del plebiscito’, fui, sin duda, demasiado optimista al creer que la Corte no sería capaz de dar semejante voltereta. Dicho mecanismo estaba imposibilitado para hacer reformas legales o constitucionales; mas, como colofón de que en política nada nos debe sorprender, la Corte Constitucional aprobó el plebiscito, y, automáticamente los togados quedaron implícitamente en la campaña del sí. Se demostró también que Colombia sí es el país de lo gubernamentalmente inverosímil, y tan amañado plebiscito subirá derecho al cielo como Remedios ‘la bella’ gracias a un insulso 13 %, a una corrupta clase política, a un líder desvelado por la frivolidad mediática y su codiciado capricho: el Nobel de la Paz.

A los cuatro vientos, los ‘pacifistas’ de nómina –adjetivo que reitero demasiado porque sé que no tienen nada de humanistas, ni mucho menos de pacifistas– se rasgan las vestiduras desmintiendo los vaticinios de la oposición ante un posible futuro del país en las mismas latitudes del castrochavismo. Todo está por verse; sin embargo, ya que solo tenemos una memoria selectiva y muy futbolera, déjenme recordarles un elocuente e histórico embuste presidencial de quien fuera monarca absoluto al otro lado del Orinoco:

El 5 de diciembre de 1998, el exgolpista, paracaidista y recién elegido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, le sostuvo rotundamente al periodista Jorge Ramos que él era un demócrata, que estaba dispuesto a entregar el poder después de su mandato, que ningún medio de comunicación sería expropiado o nacionalizado ‒“deben seguir siendo privados”‒ y reiteró que su intención jamás sería la de nacionalizar ninguna empresa extranjera. Al final, Jorge Ramos le preguntó si Cuba era una dictadura, y tajantemente respondió: “Sí, Cuba es una dictadura”. Y ahora, ¡¿cuál es la realidad del vecino país?!

En su primer discurso presidencial, Juan Manuel Santos –con una retórica ultrauribista– afirmaba lo siguiente: “… Hoy, como presidente electo de Colombia, quiero rendir homenaje a un hombre excepcional que transformó positivamente nuestro país. ¡Muchas gracias… muchas gracias, presidente Álvaro Uribe Vélez!”, y fue así como el propio Santos, ya elegido, le reiteró a Uribe su imperecedero cargo de “Presidente” (el único expresidente al cual muchos aún llaman y reconocen como “Presidente”). Luego, hemos sido testigos de unos discursos presidenciales atiborrados de bandazos que van y vienen según la época del año, como también la transitoria conveniencia electoral o la óptica desde la cual se observe.

Hay que mirar o “leer las noticias por las costuras” ‒como lo sugería García Márquez‒, que siempre, por esta época, para la óptica (prensa) internacional –desde que comenzó el oneroso espectáculo de la “paz”–, el presidente Santos incrementa sus sentimentalistas alocuciones de perdón; invita a todos a participar con los brazos abiertos en los “diálogos de paz”; viene de gira por Europa; defiende –desde Oslo– su proceso (16 de junio de 2015) y, por este mismo periodo anual, como la cereza del postre, este año le envió una ‘conmovedora’ carta a Uribe para unirse a las negociaciones con las Farc; pero ¿por qué siempre en esta época? ¡Gallina lo pone y frito se come!… Son los meses previos de reuniones y exploraciones del comité del Premio Nobel de la Paz. ¡Hay que mojar prensa, hacer lobby!

Verdaderamente no sé si el país corra la misma suerte de aquellos Estados que le abrieron sus puertas al fracasado modelo cubano y venezolano, pero sí tengo muy claro que la historia mundial es un reflejo repetido cuando permitimos que maquiavélicos gobernantes nos lleven por aquellos caminos de maquilladas dictaduras, haciéndonos creer que son los iluminados senderos de paz, y no dejan de ser más que una vergonzante realidad en el aumento de hectáreas sembradas con marihuana: caldo de cultivo idóneo para cualquier problemática, menos para la profetizada ‘paz’ del Gobierno.

* * * *

La propuesta me la dispararon en cuestión de segundos sin tener aún al resto de los coautores, luego… ¡no podrán decir que no corrimos con los textos! A Mauricio Vargas, Juan Diego Mejía, Juan Gossaín, Ricardo Silva y Juan Esteban Constaín quiero agradecerles públicamente por haber aceptado –pese a sus múltiples ocupaciones– la invitación de lo que será una antología de cuentos colombianos, en francés, para el próximo Salón del Libro París 2017.

¡Muchas gracias!

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