Por la puerta de atrás

El partido liberal tiene una enorme deuda con Colombia. Siendo mayoritario en la opinión pública por más de medio siglo tomó a sabiendas dos decisiones equivocadas al escoger sus candidatos a la Presidencia de la República. La primera, cuando en 1986 impuso a Virgilio Barco de quién ya se sabía estaba gravemente limitado por el mal de Alzheimer como contraparte de Álvaro Gómez Hurtado.

Durante el periodo Barco el país estuvo dirigido clandestinamente por el señor Germán Montoya, secretario general de la presidencia, en medio de una descomunal oleada de violencia, que incluyó el asesinato de Luis Carlos Galán seguro sucesor de Barco. Las ausencias mentales del presidente sumieron al país en un triste periodo. Ese precedente no sirvió de nada en la campaña Samper vs. Pastrana. Ante la inminente derrota del liberalismo no tuvo reato alguno de hipotecar el país al cartel de Cali a cambio de ingentes recursos económicos para ganar las elecciones.

Descubierto el fraude, el partido se atrincheró a defender su poder sin asumir ninguna responsabilidad política.  Pagó parte del precio cuando la mayoría de los colombianos repudió a Serpa, vinculado al proceso 8.000, y reivindicó a Pastrana como presidente. Y le repitió la dosis cuando insistiendo en el candidato contaminado abrió paso a Uribe.  De ser mayoría histórica el liberalismo pasó a ser una lánguida oposición. Con lo que no contaron los electores fue con el regreso del partido derrotado electoralmente por la vía del engaño. Con melifluas declaraciones de lealtad Santos se hizo con la sucesión de Álvaro Uribe a quien no demoró en traicionar.

Ahora pretende la reelección y ya ha dicho públicamente que tiene sangre liberal. Si lo logra será un regreso al poder por la puerta de atrás pues cabalgó sobre ideas ajenas. No obstante está por verse si esa infame estrategia prospera, pues las últimas encuestas ya no lo dan como ganador en la primera vuelta a pesar del abrumador reparto de prebendas. Los hechos pesan demasiado y la inseguridad, la impunidad, la incapacidad de iniciar las obras públicas anunciadas una y otra vez, la crisis de la salud y la justicia pueden hacer fracasar la ilusión de los traidores.

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