Por una constituyente democrática

Hemos planteado en múltiples ocasiones la alternativa de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para efectos de que los representantes del pueblo, que es el constituyente primario, sean los encargados de validar o invalidar los pactos alcanzados en La Habana con los terroristas de las Farc.

Creemos firmemente que la refrendación de los acuerdos debe ser mucho más profunda que lo planteado por el Gobierno en el plebiscito. Es reduccionista y hasta irresponsable intentar sintetizar el universo de lo suscrito con la guerrilla preguntándole a la ciudadanía está o no de acuerdo con la paz.

No existe un solo colombiano sensato que diga que está en desacuerdo con la paz, pero sí somos muchos los que tenemos profundos y sustentados reparos a la manera como se está sellando esa paz. No podemos llamarnos a engaños: lo que se está sellando con la guerrilla altera las bases constitucionales de nuestra nación.

Por eso, hemos defendido la tesis de la constituyente como mecanismo idóneo para la refrendación del proceso con la guerrilla. Que sean los delegados del pueblo los que tengan la última palabra respecto de lo firmado entre Santos y las Farc.

Ahora bien, la guerrilla desde Cuba ha demandado una constituyente, pero cuyo fin sea totalmente diferente al que proponemos nosotros. Santos ha dicho que bajo ninguna circunstancia accederá a ese pedido de su contraparte, pero como ya es sabido, el presidente de Colombia siempre termina haciendo todo lo contrario de lo que dice. Así que no nos sorprendamos si de acá a junio o julio se hace el anuncio de la firma del acuerdo final que incluya, para comienzos del año entrante, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.

Y sobre la constituyente que piden las Farc es que quiero hacer algunas advertencias. Lo primero es que seguramente se va a incorporar un mecanismo de asignación directa de cupos para los delegados de la guerrilla, es decir: curules entregadas a dedo y sin votación previa. Eso, ya vicia el proceso porque deja de ser democrático, para convertirse en un encuentro con talante dictatorial.

Si las Farc quieren una constituyente, que sus representantes lleguen a ella con un mandato emanado del pueblo, no por decreto ni como consecuencia de una decisión de la mesa de La Habana.

Igual, creemos que el procedimiento debe gozar de las mismas garantías para todos los grupos políticos que participan de la democracia colombiana. ¿Cómo entender que una constituyente, por ejemplo, limite el acceso a tal o cual partido, o impida que una u otra persona participe de la misma? Todo aquel que esté legalmente habilitado para elegir y/o ser elegido deberá gozar del derecho de inscribir su nombre para ser delegatario en la Asamblea Nacional Constituyente.

Las Farc han repetido que son un grupo político, no una banda criminal. Dicen que lo suyo es la política y que sus ideas y propuestas son las que necesita Colombia. Si eso es cierto, entonces que, una vez entreguen hasta la última arma que tienen en su poder, reparen a sus víctimas y respondan penalmente por sus delitos, se conviertan en partido y presenten a sus representantes –personas que no hayan estado incursas en crímenes de lesa humanidad- a las elecciones para integrar la Asamblea. Así de claro, así de sencillo.

Decimos porque lo creemos, que la verdadera paz es la que se hace con los ciudadanos. No dudamos que las bases sólidas para una reconciliación son las que plantan aquellos que han vivido en la civilidad no quienes han atentado contra ella.

Si en efecto van a convocar una Constituyente, que lo hagan, pero que ésta se ajuste a los valores democráticos de nuestro país y no esté inspirada en los que seguramente quieren imponer los jefes terroristas de las Farc que son bastante parecidos a los profesados por los hermanos Castro.

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