Presidente Santos asuma usted sus funciones

No sé hasta donde le habrá dado buenos resultados a Juan Manuel Santos la reestructuración al organigrama de la Presidencia de la República, sin embargo a juzgar por los hechos que están detrás de la salida de Néstor Humberto Martínez del cargo de Superministro, podría concluirse que no son muchos.

Era evidente que tras la creación de cargos con oficios similares, pero con rangos superiores al gabinete ministerial, se iban a generar molestias al interior del Palacio de Nariño y de todo el equipo de gobierno, los que a su vez generarían enormes choques de trenes que tarde o temprano saldrían a la luz pública.

El nombramiento de un superministro en el Palacio de Nariño es el más fiel ejemplo de este error y un experimento que no se puede volver a repetir, en primer lugar porque la función principal que tiene la persona que ocupe este cargo, de coordinar el equipo ministerial, es un oficio que le corresponde al mismo Presidente de la República, es decir a Juan Manuel Santos. Por tanto no es normal que en el funcionamiento del Estado, el primer mandatario delegue tareas que por naturaleza le corresponde ejecutarlas a él.

En segundo lugar, porque tampoco es normal que el diálogo permanente que debe existir entre el gobierno y el Congreso de la República, tengan por encima de los ministros a un superministro, encargado entre otras cosas de repartir la torta burocrática, dejando a los primeros como simples notarios de los acuerdos a los que llegaba con los parlamentarios. Por algo será que en la Cámara de Representantes sintieron enorme tristeza tras la renuncia de Néstor Humberto Martínez al cargo, al punto en que el liberal Carlos Alejandro Chacón fue el encargado de leer el sentido discurso de despedida, que por poco y provoca lágrimas en la plenaria del pasado martes 9 de junio.

Pero lo más importante, es que no es normal que el Presidente de la República en su afán por tener a todos contentos, genere situaciones incómodas al interior de su equipo creando cargos que lo único que hacen es duplicar funciones, entre esas las de el mismo.

Ningún ministro por humilde que sea, está dispuesto a rendirle cuentas a otra persona que esté por debajo del Presidente de la República, porque su jefe natural es el primer mandatario, quien es en últimas la persona que los nombra. Esto debió calcularlo Santos antes de inventarse este cargo, porque no falta el o la ministra que quiera hacerle la zancadilla o armar un complot para boicotear políticamente al elegido.

Néstor Humberto Martínez en estos momentos dice que es necesario que otra persona lo reemplace. Es claro que no va a aceptar públicamente que este cargo es innecesario, pero lo cierto es que si Juan Manuel Santos desea en realidad que su equipo de gobierno funcione, le toca dejar a un lado su idea de dedicarse a los temas de paz y política exterior, y aterrizar en Colombia para coordinar personalmente su gabinete ministerial, porque Colombia no puede pasar de la microgerencia de Álvaro Uribe a la política de la delegación de un mandatario ausente, porque los planes de gobierno son manejados por la persona que electoralmente se elige para que los ejecute, en este caso al Presidente de la República.

En nuestro país el esquema con el que se maneja el Reino Unido, donde la Reina Isabel es la Jefa de Estado y el Primer Ministro el Jefe de Gobierno, no funciona, ni funcionaría jamás, entre otras porque cada ministro quiere ser un pequeño Jefe de Estado. Esa realidad es inocultable.

Por tanto es mejor que Juan Manuel Santos deje de acomodar esquemas de gobierno de países europeos y trabaje con la realidad de Colombia, un país donde nadie quiere obedecer y donde todos quieren imponer sus órdenes. Es por eso que nuestra nación solo funciona de una forma y es mandando, no delegando.

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