Prohibido defenderse

¿Por qué las Farc quieren profundizar más y más el foso que las separa del pueblo colombiano? ¿Por qué las Farc se empeñan en practicar la muerte y no en reconocer la vida y la existencia de un país que no los quiere, pero que ha demostrado ser magnánimo con quienes entregan sus armas y se desmovilizan? Solo el odio clasista y el veneno de sus líderes alienados por acaparar las rentas ilegales de la coca, el oro y el secuestro pueden cometer crímenes como el ocurrido en la vereda de Timba, en las montañas del departamento del Cauca. El balance ya lo conoce la opinión pública: 10 soldados muertos y 14 heridos. Con esa muestra de “amor” por la paz, lo que han logrado es aumentar considerablemente el repudio y poner en evidencia la incapacidad del gobierno para alcanzar la paz y de manera simultánea perder la guerra. Porque desmontar el aparato militar constitucional, con la defenestración de generales, inmovilizar los vehículos de aire y tierra y debilitar el área de inteligencia como demostración generosa de su voluntad pacífica, es capitular ante un enemigo, es perder la guerra y dejarle a la guerrilla la iniciativa militar y política.

Los soldados que dormían fueron atacados por una fuerza que acudió a la perfidia, al engaño, pues estaban, al igual que sus superiores, convencidos que la guerrilla se encontraba bajo la declaración de suspensión unilateral de fuego. Las palabras de Santos al ordenar el cese de bombardeos, tuvieron como argumento lo bien que se encontraba esa declaración de las Farc. Por lo tanto la tropa, los soldados del Ejército, podían marchar y acampar en cualquier lugar. Pero con las instrucciones de no disparar ni efectuar operaciones punitivas contra las cuadrillas guerrilleras. Los altos mandos en Bogotá y los generales de brigadas y regiones comieron en el mismo plato de lentejas festivas del Presidente. Es la cadena de pérfidos: Santos traiciona a Uribe y Timochenco traiciona a Santos. En ese juego diabólico de grandes timadores quienes salen perdiendo son los soldados de infantería, las familias de los soldados y la gran familia del pueblo colombiano.

Esto sucede a los quince días de la marcha por la paz, con Piedad y Maradona a la cabeza, financiada con dineros oficiales, tal como lo hizo con vergüenza Mokus un mes atrás con la marcha por la vida. Y sucede a la semana de la VII Cumbre de Las Américas donde Santos expuso las maravillas de su proceso de paz en La Habana. Y si no, pregúntele a Raúl Castro que está por ahí sentadito. El revés es tan duro y grave que hasta el Vicepresidente, Vargas Lleras, dijo que había necesidad de reestructurar los diálogos con las Farc. Como no lo pueden echar del cargo porque es de elección popular, no le sucederá lo mismo que a las familias de los militares del Cantón Pichincha que las desalojaron de las casas fiscales por protestar contra las Farc y la falta de apoyo a los soldados emboscados por la guerrilla. Es decir que el silencio de los civiles hace parte de la no deliberación de los militares. Valiente gracia: no le ganan a los criminales la guerra, pero si le ganan a las madres y a los niños que están bajo su protección. Con generales así, ¿para qué Fuerza Pública?

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