PROHIBIDO VOTAR COMO IMBÉCILES

Un imbécil es alguien escaso de razón. Se le considera débil. Por eso es una persona de la que otros fácilmente disponen para alcanzar sus intereses. Es un sujeto incapaz de proveerse por sí mismo, sin autonomía ni criterio.

Nuestra "cultura política" está formada, en muy buena parte, sobre la base de una imbecilidad que a su vez engendra, reproduce, imbéciles políticos. Gente escasa de razón, pobre de conciencia y de una libertad aun más miserable.

Durante los últimos dos meses de campaña han sido frecuentes esas reuniones de garaje, de salón comunal, de parque de barrio y de auditorio prestado, adonde llegan muchos imbéciles a escuchar a un señor, que jamás han visto en sus vidas, prometerles ríos de leche y miel: un puesto para el hijo desempleado, un contrato con el Estado para la empresita, un auxilio escolar, los materiales para revocar y pintar la casa, una promisoria carrera política al lado del mandamás.

Y así se alimenta y se procrea este sistema político de clientelas y coimas (podredumbres), que todos aquellos imbéciles aúpan y toleran siempre que haya mermelada para untarles a los panes de la casa.

Esos señores que encarnan esas promesas (y esos sueños y esas frustraciones) tienen montado a su alrededor un gran equipo de otros imbéciles, algo más hábiles que los de abajo de la cadena, que se encargan de recoger a los más borregos para llevarlos a las reuniones a que escuchen discursos refritos, huecos, hechos de lugares comunes que terminan por convencer a los más débiles de razón de que han tenido la fortuna de tropezar con el mesías, con el redentor, con el curandero de sus males económicos.

Tal vez sin conocer mucho a su candidato (a veces sin haberlo tratado y menos sin saber de sus calidades éticas y morales), este círculo más cercano de áulicos les habla al oído a los primíparos: "es muy buen político. Un Señor. Ayuda mucho. Hay que darle el votico, no lo dude".

Hay incluso parentelas especializadas en estos entornos. Se las saben todas. Escogen candidato cada tres y cuatro años, sin el más mínimo rubor en si el tipo es liberal, conservador, uribista, cambiorradicalista, polista, comunista… o simplemente un oportunista de esos que vive de la insecable teta del Estado. Para esos áulicos y esos grupos lo importante es asegurar su tetero, mientras recogen los marranos para llevar al corral el día de elecciones. Gente, sin coherencia ni principios, que se alquila al mejor postor. Veletas.

Dice el filósofo español Fernando Savater: "Todos estos tipos de imbecilidad necesitan bastón, es decir, necesitan apoyarse en cosas de fuera, ajenas, que no tienen nada que ver con la libertad y la reflexión propias". Por favor, hoy, piense en el bien del país antes que en alimentar tanta imbecilidad y a tantos imbéciles.

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