Pronta y cumplida justicia

Pienso que todos los colombianos tenemos fe en la justicia, en sus ejecutorias y en las leyes en las cuales se basa para impartir sus fallos. A lo mejor estamos pensando con el deseo, porque si no hay justicia ni quien la imparta se está en el caos y cada cual al no verse protegido trata de hacerse justicia por sí mismo. Pero sí hay justicia, con falencias propias de la condición humana que es la de quienes la imparten, que es lo que todos creemos, aquélla debe ser pronta y cumplida. ¿Cómo debemos entender estas dos condiciones? Pues que sea pronta, expedita de suerte que cuando un ciudadano acude a un juez o a un tribunal su queja o reclamo sea tramitado en forma diligente  dependiendo de  la complejidad del asunto puesto a consideración. Si es cumplida debe contemplar todos los requerimientos de la ley.

En comentario anterior nos referimos a la sentencia dictada por los delitos o faltas que cometió el exministro Arias. Sin pretender fisgonear el expediente que se le levantó y sin tener afinidades políticas que puedan hacer la opinión desviada, sí parece que la pena fue excesiva. Diecisiete años de prisión sí parece demasiado para una persona que desempeñó sus tareas con dedicación pero que se equivocó en el diseño y puesta en marcha del programa Agro Ingreso Seguro, AIS, que pretendía ayuda a los agricultores. Se equivocó, tal vez, en la forma como distribuyó los dineros previstos en el AIS, al  cual se le atribuyeron fines políticos como el de a través del otorgamiento de estos dineros a supuestos agricultores, obtener ayuda y beneficios en su aspiración a ser candidato a la Presidencia y eventualmente resultar elegido. No se pretende ser laxo en el cumplimiento de las leyes pero sí anotar que se les fue la mano a los juzgadores, si se compara con otras sanciones de las cuales se ha enterado el país. Debemos dar por cierto lo que se informa con respecto a la pena que le fue impuesta a Mancuso, hoy extraditado a EE.UU. Dice la información que la pena de diez años  es por haber propiciado o participado en la muerte de algo así como 300 personas. Ha podido ser la de una sola. Si se compara con otras como la que acabamos de mencionar, hay algo en la justicia que nos pone a reflexionar. Pero si nos remitimos a lo que acabamos de saber: la condena al general Arias que equivale a prácticamente cadena perpetua, flagrante injusticia, no guarda concordancia con otras manifestaciones de la justicia. Arias dirigió en nombre de las fuerzas del orden la recuperación del Palacio de Justicia que cayó en manos de los sediciosos del M-19. ¿Será justo que esa acción patriótica en nombre de la nación sea castigada? Hoy, los promotores de esos desmanes que segaron la vida de buena parte de la inteligencia colombiana, gozan de total libertad por no decir total impunidad.

Estas manifestaciones de la justicia nos ponen a reflexionar y a pensar si entre nosotros existe ese sagrado bien para una sociedad organizada. ¿Valdrá la pena  una seria  reflexión sobre este asunto?

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