¿QUÉ DIRÁ DE LA CALLE?

Hay interés en escuchar este viernes en la asamblea de la Andi al negociador de paz en La Habana, Humberto De la Calle.

Y lo hay por cuanto en su exposición ante la comisión primera de la Cámara de Representantes, planteó algunos puntos de vista que inquietan y aun, crean bastante incertidumbre.

De la Calle, como para mostrar el exceso de buena voluntad –¿o de candor?– que ha tenido el Gobierno para despertar reciprocidades similares en la subversión, confesó que "el Estado ha reconocido a sus víctimas, ha sido condenado en tribunales nacionales e internacionales y presidentes de la república han pedido perdón". Mayores manifestaciones de buena voluntad –¿o de ingenuidad?– no serían posibles en un Estado serio y digno.

Mas estas muestras de generosidad –¿o de candidez?– del Gobierno, no parecen aun ser suficientes para despertar el mismo comportamiento que espera el país de los contertulios que dialogan con el Gobierno en Cuba. Por ello De la Calle pregunta a las Farc con franqueza, si van a decirles a los colombianos "cómo van a asumir el tema de sus víctimas, porque esa excusa eterna de que ellos también tienen víctimas no es válida".

El país sensato difícilmente entiende cómo en medio de las conversaciones para buscar la paz, la población civil sigue sufriendo escaladas terroristas. "Es reprochable que las Farc actúen contra la población civil, produzcan daños al medio ambiente y suspendan los servicios públicos a muchos colombianos", dice De la Calle. Más que reprochable es una actitud injusta y que plantea dudas sobre la sinceridad del proceso.

De la Calle hablará en la Andi en vísperas de iniciarse las conversaciones sobre puntos de tantas controversias como el cese bilateral del fuego y la "dejación" –¿que no entrega?– de armas.

Estos son dos temas muy sensibles para las Fuerzas Militares, la institución con mejor imagen en Colombia. Tocan con su honor, con su disciplina, con su preparación y con su misión de ser garantes de la seguridad de la nación. Silenciar las armas legítimas del Estado en un país sin lograr la paz total en todo su territorio, ¿podría ser una decisión desconsiderada, arriesgada y desmotivadora para la moral de las tropas?

Saben los empresarios –como seguramente lo entiende el brillante y dialéctico De la Calle– que lo más importante no es firmar por firmar para que el gran patrón cuente con la posibilidad de acercarse y hasta obtener un Nobel de la Paz. Por más gobiernistas que haya entre los asistentes a esta asamblea empresarial, la mayoría son personas que saben valorar lo que son los desafíos, compromisos y realidades nacionales. Entienden como pocos que lo más difícil de construir es conciencia nacional para asegurar que todo lo consagrado en el proceso habanero será factible de realizar en lo financiero, en lo tributario, en lo laboral, en lo ético, en lo institucional. Recuerdan, porque viajan y leen en su actividad empresarial, que si el posconflicto en algunos países vecinos y lejanos ha sido, cuando se busca más con el corazón que con el cerebro, complicado y tortuoso, el de Colombia podría ser más complejo, dada su larga y demencial lucha armada.

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