¿Quién manda en Arauca?

Son numerosos los episodios en los que las Fuerzas Armadas de Colombia se ven confrontadas por los grupos armados ilegales, en particular por el Eln, en el departamento de Arauca. La soberanía, la integridad y el control del territorio se convierten a diario en reyes de burlas.

Acaban de secuestrar al hijo del exgobernador Luis Eduardo Ataya, José Leonardo, quien hoy es gerente de la empresa de servicios públicos de ese departamento. Un testigo que viajaba con José Ataya, al momento de su retención, describe que lo subieron a una embarcación y lo cruzaron a inmediaciones de El Amparo, poblado venezolano.

No es nuevo que el Eln se refugie, como lo hicieron las Farc por años, en Venezuela. Con impunidad, con silencio, con complicidad y con protección de la Guardia Nacional Venezolana. Hace poco presenté un relato detallado de un empresario que en 2016 debió cruzar al país vecino más de cinco veces a pagar extorsiones millonarias a los jefes “Lenin”, del Frente de Guerra Oriental del Eln, y “Óscar Pipas”, del Frente Arcesio Niño de las Farc.

Una de las provocaciones más recientes por parte del Eln, a la Policía, el Ejército y las autoridades de gobierno, ocurrió el pasado 13 de marzo en Fortul, Arauca. Una caravana recorrió las calles del municipio tras el vehículo mortuorio que transportaba el cadáver de alias “Grillo”, lugartenie de alias “Lenin” en la región. El coche fúnebre iba envuelto en una bandera del grupo guerrillero y entre una romería de dolientes que sonaba sin tregua los pitos de sus motos. “Grillo” se parecía bastante a un jugador de fútbol de un equipo paisa, por eso una fuente lo recordó.

Sobre ese control apabullante del Eln en Arauca, recibí estos apuntes: “Desde Caranal hasta Arauca (capital) es muy normal ver banderas del Eln situadas en los tanques de agua, antenas, torres eléctricas, etc. y nadie se atreve a quitarlas porque muchas veces las ponen con cargas explosivas. Desde que salís de Tame hacia Arauca: Caranal, Fortul, Saravena, Arauquita y La Esmeralda, todos son territorios guerrilleros”. Del Eln, y también lo fueron de las Farc.

El empresario que contacté describía cómo en El Amparo, Venezuela, todo el tiempo se movían pequeños grupos de ilegales pendientes de algún colombiano o extranjero con dinero que fuese allí a hacer negocios y comercio, dada la evidente “ventaja cambiaria”, hoy, del peso frente al bolívar. El que se descuidara y se expusiera mucho, terminaba secuestrado.

Es una vergüenza este patrocinio que hoy dan el Gobierno y las Fuerzas Armadas de Venezuela a la guerrilla del Eln en la frontera. Pero es mucho más humillante sentir que nuestros policías y militares, o son incapaces, o están maniatados por el gobierno de Juan Manuel Santos para combatir, frenar y acabar esos focos de ilegalidad. El proceso de paz con el Eln, de tan pobres resultados, parece tener convenido un cese unilateral, no explícito, de un gobierno sin pantalones frente a las permanentes confrontaciones del Eln.

Con razón guerrilleros de las Farc que no creían en el proceso de paz le decían al empresario citado que, si no veían condiciones para desmovilizarse, “cambiaban de empresa y cotizaban las semanas” que les faltaban para jubilarse con el Eln, que se ha convertido en el patrón implacable de la vida en Arauca.

 

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