¿Quién tiene la razón en el proceso de paz?

La bandera de la paz que ondeara el presidente Santos en su campaña reeleccionista, fue la que finalmente lo llevó a la victoria. En la opinión pública existe mucha confusión, incertidumbre y credibilidad acerca de dicho proceso.

De un lado, el Presidente, con mucho optimismo viene pregonando en el país y fuera de él, que todo marcha muy bien, que prácticamente estamos  en la recta final y de hecho ya está preparando la etapa del posconflicto. Para ello ya designó al general  Óscar Naranjo, ministro consejero del mismo, al frente de un consejo de transición y también envió a La Habana una comisión de altos oficiales para convenir la desmovilización  y la dejación de las armas.

De otro lado, las Farc contradicen todo lo anterior y no creen que el fin del proceso esté cercano. Así se ha expresado el comandante “Iván Márquez”: “¿A qué juega el gobierno con sus anuncios, cuando lo normal sería no crear falsas expectativas?. Pareciera que su estrategia es la de hacer creer que el proceso de paz está en la recta final.” Y Timochenco  afirma: “Parece estar en marcha una ola irresponsable de sensacionalismo en torno al tema”.

¿Las Farc son un grupo terrorista o son la contraparte de un conflicto armado?. La semántica del término conflicto armado, significa nada menos, que el Estado y la guerrilla están en un plano de igualdad y que las culpas y obligaciones son compartidas. Grave error en el que se ha caído.

A propósito la politóloga española Edurne Uriarte dice: “Según esta jerga, la diferencia entre terrorista y ejército, o sea entre Estado de derecho y  criminales queda diluída. Sin duda esta manera de encubrir los horrores cometidos durante 50 años, por la Farc y el Eln, resulta escandalosa”.

Es inegable que las Farc, han ocasionado pavor y pánico colectivos  entre el pueblo colombiano. El asalto a las poblaciones con cilindros bomba, genocidios, los asaltos en carretera, los secuestros, con la ejecución  de muchos de ellos, el reclutamiento de niños, el abuso sexual, las decapitaciones (como las que se efectuaron en la toma guerrillera de Arboleda, Caldas, por la famosa Karina y donde jugaron fútbol con  las cabezas de los policías degollados, son crímenes atroces que de por sí tienen el calificativo  de terrorismo.

Sin embargo, para las Farc estas acciones son propias del conflicto armado. De ahí que Timochenco diga : “Que todo lo han hecho bien”.

A propósito la columnista Natalia Springer anota: “Argumentar que los crímenes de extrema gravedad, son el resultado inevitable de un hecho noble, no sólo es falso, si no doblemente ofensivo para las víctimas y el país”.

Los comandantes de la guerrilla deberían bajar la cabeza, reconocer sus acciones inhumanas, pedir perdón y ser conscientes de que deben someterse a unos años de cárcel.

Una encuesta del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, muestra que el 70 por ciento de los colombianos, no aprueba que las Farc  no paguen ningún castigo. Firmar la paz, no al precio que sea, si no con la condición de la que justicia no sea burlada.

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