Quo usque tándem abutere, Petro, patientianostra?

¿Hasta cuándo has de abusar de nuestra paciencia, Petro? (1)

¿Cuándo nos veremos libres de tus sediciosos intentos por desconocer la voluntad de un pueblo soberano expresada libremente en las urnas en las pasadas elecciones presidenciales en las que saliste derrotado?

¿A qué extremos arrojará al país tu desenfreno de violencia y de saña, que no respeta ningún límite legal, ético o moral?

¿No te arredran los diez millones de votos que eligieron a Iván Duque, a pesar de los apoyos que recibiste de tu socio, el Presidente Santos, y de tus amigos de las FARC, del Foro de Sao Paulo, de los gobiernos de Cuba y Venezuela y de la Internacional Comunista?

¿No comprendes que ya no creemos los colombianos en tu lenguaje incendiario, ni en tus calumnias contra el presidente electo y contra el ex presidente Uribe Vélez, que en varias ocasiones ha salvado al país del terrorismo y del totalitarismo marxista-leninista que predicas?

¿Es que no ves que la izquierda carece de futuro en nuestra querida Colombia, pues, a pesar de que magnifiques el resultado de tu votación en la segunda vuelta, sabes que esos votos no te pertenecen? En la consulta, que buscaste a toda costa para dar una prueba de tu fuerza, sólo llegaste al 25% de la votación. En la segunda vuelta se te sumaron los votos desorientados de los huérfanos seguidores de Fajardo, y los de quienes han sido engañados con la sucia campaña de estigmatización y calumnias adelantada en contra del ex presidente Uribe por los medios de comunicación (que ahora atacas) y por el Gobierno de tu aliado Santos.

¿Imaginas que el pueblo colombiano ignora tu pasado criminal, y a quiénes secuestró y asesinó el M-19, esa sí una verdadera asociación para delinquir de la cual fuiste dirigente?

¿Pretendes ahora negar tu amistad con Chávez, Maduro, Castro, Ortega y demás dictadores izquierdistas, después de que han patrocinado tus fechorías en contra de nosotros?

Oh, ¡Qué tiempos! ¡Qué costumbres! Los criminales se sienten con autoridad moral para acusar y juzgar a todo aquél que no comulgue con sus pretensiones. Los resultados electorales son transparentes cuando convienen a tus intereses, pero pueden ser torpedeados con la “resistencia” cuando te son adversos. ¿Es ese el concepto que te merecen la Democracia y el sagrado derecho de los ciudadanos a elegir a los gobernantes que desean?

Cambia de propósitos, créeme; no pienses más en discursos incendiarios ni en polarizar a la población, ni en promover la lucha de clases. Recuerda que tu partido, el de la Decencia, sólo alcanzó un 3,4% de los votos en las pasadas elecciones legislativas. Nadie te ha investido como jefe de la oposición; por el contrario, ya destacados líderes de la misma han manifestado que no te reconocen como tal. Cogido como estás por todos lados, tus designios son para nosotros claros como la luz del día.

No apeles más al manido subterfugio de apoderarse de toda muerte violenta para señalarla como una persecución a tus seguidores. ¿Es que acaso los colaboradores del Clan del Golfo, como la señora que mataron en Cáceres, Antioquia, o la que murió en Nariño, después de ser amenazada durante mucho tiempo por las disidencias de las FARC, eran dirigentes de tu campaña? No mientas tan desvergonzadamente, que eso te hace más ruin de lo que ya eres. No te aproveches del dolor ajeno ni pretendas tapar con un dedo lo que ya todos sabemos: Esas muertes son una consecuencia del crecimiento del narcotráfico impulsado por tu cómplice, Juan Manuel Santos, y de la desmovilización de las FARC, que ha generado una lucha a muerte con el ELN, el EPL, el Clan del Golfo y las Bacrim por el dominio territorial en las zonas cocaleras. Basta ya, Petro, de tus calumnias, tus mentiras y tus perversas manifestaciones plagadas de odio y de cizaña.

Sólo has conseguido con esa perniciosa actitud que se aireen a los cuatro vientos todos los crímenes de lesa humanidad que, en unión de tus camaradas del M-19, cometiste en contra de la República y de sus ciudadanos. Tu paso por la Alcaldía de Bogotá sólo ha dejado una estela de desgreño administrativo, desastre económico y despilfarro de los dineros públicos. Acostumbrado estás – ya lo sabemos- a eludir la acción de la Justicia y a no cumplir los fallos en tu contra, pero, en cambio, sí te apresuras a calificar de “corruptos” a tus contrincantes políticos.

Solo faltaba que en tu discurso de mal perdedor consignaras tu homenaje a uno de los fundadores de esa banda de facinerosos que se llamó el M-19, y que anunciaras que pronto se pondrían de nuevo las botas.

¿Existe algún género de infamia, de deshonor o de maldad que no impregne cada uno de los aspectos de tu vida? Créeme que conocemos muchos otros tenebrosos aspectos que por prudencia callamos, pero que indefectiblemente saldrán a la luz pública. Si quieres colocarte las botas, hazlo pronto y únete a tus colegas del ELN o de las autodenominadas disidencias de las FARC que no son otra cosa que el brazo armado de esta funesta organización. Así, por lo menos, podemos reconocer que eres coherente con tu ideario y con tu trayectoria.

(1). Adaptación del discurso pronunciado por el orador romano Cicerón, en el año 63 de nuestra era, en contra del sedicioso Catilina.

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