Razón y sentimientos en relación con el proceso de paz

“¿Cómo comienzan las guerras? Los políticos les mienten a los periodistas y luego creen lo que leen.”

Karl Kraus (Aforismos, 1909) Citado por Enrique Santos Calderón, periodista, hermano del Presidente Juan Manuel Santos, político, en su libro “Así empezó todo – El primer cara a cara secreto entre el gobierno y las Farc en La Habana” Intermedio Editores S.A., 2014

“A menudo nuestro cerebro racionaliza los pensamientos automáticos y los presenta como el fruto de un razonamiento elaborado. Pero son historias que nos inventamos para justificar decisiones que en realidad son fruto de nuestros prejuicios. Es una forma de engañarnos.” Daniel Kahneman

“Pensar rápido, pensar despacio” 2011

Para explicar y entender cómo se pueden haber tomado ciertas decisiones relacionadas con el proceso de paz en La Habana nos confronta Daniel Kahneman, Nobel de Economía 2002 y profesor de sicología en Princeton con este hallazgo científico: la gente inteligente, aun cuando tenga buena información, hace elecciones irracionales cuando están motivadas por el miedo, la rabia, la esperanza o una ‘ilusión’. Y son muy diferentes en sus decisiones dependiendo de si actúan individualmente o en grupo. Nos expresamos y sentimos con lo primero que acude a nuestra conciencia: es un pensamiento /sentimiento rápido, sin esfuerzo, asociado con algo, cargado de emociones positivas o negativas, gobernado por hábitos o instintos. Por ese motivo ese tipo de pensamiento lo he catalogado como el más corriente, el Nº1. Es sorpresivo, difícil de modificar o controlar.

Para afrontar ese tipo de pensamiento reactivo, necesitamos tomar conciencia que lo relacionado con el Proceso de Paz es algo bastante complejo; por lo que nuestras decisiones deberán ser totalmente racionales, requiriendo que no sólo se tengan en cuenta las probabilidades de éxito evaluadas con estadísticas en el escenario de negociar con un grupo terrorista; que el posible riesgo social no sólo se valore como sentimiento de pérdida (miedo) o logro (triunfo de un plebiscito, realización de ‘sueños’) sino que la evaluación que nos propongamos desarrollar sobre el asunto, sea también en términos de valoración crítica y racional de los pretendidos logros influidos por los medios encargados de difundir los posibles resultados, pues normalmente nos enteramos sobre el escenario de negociación por el 'impacto' de la noticia (explotación del miedo o la esperanza), algo bastante ineficaz en términos de orientación racional de la opinión pública en el apoyo o crítica de las políticas de estado. Eso no quiere decir que una decisión basada en la esperanza, un buen sentimiento, o una ‘ilusión’ por un país mejor, no tenga validez, pero este escenario necesita ser dinamizado por un verdadero líder, sin olvidar cuáles podrían ser los costos de un resultado positivo o negativo. Con esta perspectiva de dos clases de pensamiento, profundicemos de manera ordenada sobre el escenario habanero, las expectativas que han creado, y cómo pretenden influirnos para que tomemos ciertas decisiones. Veamos lo que ocurrió el 24 de febrero de 2012.Me refiero a lo que me parece el asunto esencial relacionado con el tema de este escrito: Cómo se fabrican mentiras o se ven obligados a hacerlo debido a cierto modo de pensar.

La intervención de Enrique Santos Calderón (ESC) les mostró a las Farc el panorama favorable del vecindario socialista, les hizo ver el fracaso de la toma del poder por las armas de parte de otros grupos insurgentes. A su vez, Sergio Jaramillo motivó a las Farc mediante las siguientes palabras que nos dejan pensando, al hacerles ver que ‘táctica’ y ‘estrategia’ son procedimientos que se utilizan en la guerra y en una supuesta paz: “Preocupa que se dejen llevar por la tentación de utilizar el diálogo como espacio para visibilizarse, sin renunciar a la pretensión de toma del poder por las armas. Recomendamos dejar a un lado la tentación táctica, (y ¡ojo!) porque aquí estamos apuntando a lo estratégico.”

Yo no sé si Enrique Santos Calderón y Sergio Jaramillo han reflexionado sobre lo que dijeron cuando, después de un día de charla franca y abierta con las Farc en La Habana, el 24 de febrero de 2012, llegaron a las siguientes conclusiones, allá en sus habitaciones y en días posteriores:

Con respecto a las Farc dice ESC: “Yo los vi bastante duros y dogmáticos…Casi como esclavos del pasado…Sin duda, han sufrido severos golpes militares y duras decepciones y deserciones, pero no están reblandecidos en discursos ni convicciones. (“Así comenzó todo”, pág. 69) Con respecto a los negociadores del gobierno dice ESC: “se pensó (de manera triunfalista) que la rápida disponibilidad de las Farc a sentarse a hablar era signo de debilidad extrema o incluso de posible desespero… debilitados sin duda, pero no derrotados ni liquidados” “Pienso en LA ILUSIÓN que en un momento abrigó Juan Manuel Santos de que en la cumbre de presidentes americanos de Cartagena, en abril de 2012, a la que asistió Obama, se pudiera anunciar ante el mundo que su gobierno había iniciado un proceso para poner fin al conflicto armado más viejo del hemisferio occidental. HUBIERA SIDO IDEAL, PERO CON ESTOS TIPOS NO SE PUEDE PENSAR CON EL DESEO.” (Pág. 70) En la descripción anterior vemos la ‘realidad’ que percibe ESC con la ‘ilusión’ de JMS que lo llevó a querer negociar, confrontado con un escenario mental diferente, el de las FARC, mediado por la ilusión de la toma del poder, ilusión que es reforzada, sibilinamente, por Sergio Jaramillo PARA MANIPULARLOS con una ‘carnada’ mental. Confirmamos así el descubrimiento de Kahneman con las características del pensamiento 1, irracionalmente reactivo a una ilusión, en este caso PODER O PAZ, y continuar con el esfuerzo a pesar de tener información realista al constatar que están poco informados sobre el perfil real de las Farc o del país, las fuerzas militares, etc. Y a ese mismo error se empuja a la opinión pública, al no ser conscientes los negociadores oficiales y farianos de cuáles han sido sus falencias: Decisiones basadas en ‘ilusiones.’ Lo peor es que la capacidad de corregir está ausente y se desconoce la estrategia de seguimiento de la efectividad del discurso que compete a todo ejecutivo.

Si aplicamos los hallazgos de Kahneman al proceso de paz confirmaríamos lo anterior, tendríamos que entender, además, que en nuestras decisiones estamos utilizando UN MISMO SISTEMA DE PENSAMIENTO REACTIVO, INTUITIVO, ESPONTÁNEO para evaluar FARC, PAZ y POSTCONFLICTO. Y son esas mismas tácticas publicitarias las que se utilizan para manipular. ¿Qué es lo que espontáneamente llega a la conciencia cuando se piensa en las FARC? ¿Qué sucede cuando pensamos en la paz? Pues esas reacciones predecibles conocidas por los publicistas son las que se manejan con la propaganda adecuada. Pero el RIESGO SOCIAL DE LOS RESULTADOS DE UNA NEGOCIACIÓN no es un asunto de sentimientos personales, percepciones, sino de datos y situaciones objetivas comprobadas y demostradas. Así ¿Qué riesgo estamos asumiendo al negociar con las Farc y que probabilidades de éxito tiene el país? Esperamos que su respuesta sea la de tipo de pensamiento 2, es decir, la de un pensamiento que sabe cuándo algo ha sido demostrado y probado.

Enrique Santos Calderón habla en su libro que la falla del proceso ha sido de ‘comunicación.’ Falta ver qué entiende por comunicación. ¿Comunicados, informes, explicaciones, televisión? Sin embargo, Humberto De la Calle expone el verdadero meollo de una manera incidental, en “Carta a Plinio Mendoza”: “Comprendo la desconfianza de muchos colombianos frente a la guerrilla. En nuestro caso, confiamos en los acuerdos y en la forma cómo se han llevado a cabo las deliberaciones.” Hago ver lo siguiente: La desconfianza con las Farc es del 97% de los colombianos, pero la confianza de que se firmará la paz es de sólo el 57%. ¿Cómo interpreta De la Calle esa diferencia estadística en relación con el futuro de la paz? Kahneman encontró en su investigación que aún los estadísticos profesionales aplican la ‘intuición’ en sus interpretaciones en vez de los protocolos racionales; eso quiere decir en nuestro caso que alguien que no sea ‘profesionalmente’ muy racional en relación con las Farc va a leer las estadísticas como riesgo, debido a su miedo u odio, no importa qué diga o pruebe racionalmente el acuerdo.

Por otra parte, la comprensión intuitiva de De la Calle de la desconfianza colombiana hacia las Farc, debido al miedo o el odio, no la valora como instrumento estratégico que habría que trabajar adecuadamente porque confía más en la ilusión de que la racionalidad se pueda imponer sobre las decisiones. No es así. Debido a que esa realidad científicamente comprobada por Kahneman no se valora en La Habana, Santrich y sus sandeces; Timochenko y sus declaraciones de no arrepentimiento; Iván Márquez y sus pretensiones; las amenazas de Santos; la desinformación o impunidad real sobre la justicia transicional, etc., le agregan más presión a la olla de la irracionalidad, tanto fariana, como a la espontánea reacción de la opinión pública, como se vio en Medellín con el ataque al pobre Navarro Wolf, uno de los pocos ex guerrilleros decentes. Sin querer ser suspicaz, yo leo que De la Calle confía en los acuerdos y las deliberaciones; pero… ¿Confía en el grupo, los frentes, los intereses nacionales y foráneos relacionados con el narcotráfico? Yo no.

Ahora bien, vayamos al meollo dramático del asunto. Colombia, como grupo, ha probado ser superior a sus dirigentes al poder haber sobrevivido y progresado a pesar de muchas estúpidas decisiones políticas de toda índole. La gente se apaña y su diversidad le permite mantener su resiliencia social; esa flexibilidad es la columna vertebral de la paz. Sin embargo, cuando todos los integrantes de un grupo son susceptibles de adoptar o ser inducidos a asumir sesgos o inclinaciones similares, el grupo se vuelve inferior al individuo porque tiende a volverse más ‘extremista,’ pierde su creatividad, su flexibilidad. Eso pasa con todos los ‘ismos’ como expresión grupal, su ‘extremismo’ se percibe como mecanización, burocracia sofocante, violencia sistematizada y mantenida, fanatismo; los miembros de las barras bravas son una cosa como individuos y otra como integrantes del grupo. No hay alma, no hay vida, o está corrompida, muerta. Por eso la violencia. Ese es el caldo de cultivo de los dictadores. Por el contrario, el verdadero líder convierte al grupo en ‘equipo’, ayudando a multiplicar sus capacidades, inspirándolo mediante el ejemplo.

¿Cuál es el riesgo con las Farc? Los miembros del Secretariado, como personas, iguales a nosotros en cuanto a mecanismos sicológicos reactivos y racionalidad, son conscientes de ambas posibilidades y, como individuos, pueden controlarlas. Así, pueden aparecer, en un escenario de negociación, como sagaces, inteligentes, condescendientes, orgullosos, prudentes, grosero, amigo, enemigos y tener con ellos una relación según su comportamiento; PERO ALLÍ MILITAR Y ESTRATÉGICAMENTE NO SON PELIGROSOS. Pero otra cosa es CREERLES como grupo armado o desarmado, politizado y motivado permanentemente con una ideología de poder totalitario a la que no han renunciado. Pretender conocer o predecir cuál va a ser su CONDUCTA REAL en un escenario diferente al de la negociación, se me hace, desde la demostración científica de Kahneman, un riesgo imperdonable, pues la probabilidad sicológica de que un grupo llegue al extremismo es muchísimo más alta de que lo haga un individuo. Y el control del ‘extremismo’ del grupo fariano está supeditado a que se les conceda todo lo que han pedido con garantía de las armas, a las que se ‘dejan’ pero a las que no se renuncian, como lo han dicho. Tenemos esa información, pero… ¿a qué ‘irracionalidad’ o ‘conveniencia’ estamos apegados?

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar