Referendo y ‘congresito’

Santos debería dejar que los negociadores presenten las iniciativas y reconocer que fue Uribe quien primero propuso el 'congresito'.

¡Menudo jaleo se armó con la propuesta del ‘congresito’! Una presentación equívoca del Presidente llevó a pensar que la idea del ‘congresito’ se opone a la promesa gubernamental de la refrendación popular del eventual acuerdo de paz, lo que resultó no ser cierto. Por fortuna, De la Calle lo explicó bien y los partidos de la Unidad Nacional llegaron a un entendimiento razonable al respecto el pasado martes.

Si algún día se firma un acuerdo con las Farc, lo que por ahora parece lejano e incierto, dadas algunas exigencias claramente inviables de la guerrilla, habría que desarrollarlo a través de unas pocas reformas de la Constitución (sobre justicia transicional y participación política de las Farc) y varias reformas legales. Las reformas puntuales necesarias de naturaleza constitucional podrían adoptarse a través de un referendo popular, como ofreció el Gobierno, o mediante un acto legislativo aprobado por el Congreso. De ninguna manera justifican una constituyente, como ha sido el caballito de batalla de las Farc, instigadas por sus asesores.

En contraste, el desarrollo legal de los acuerdos podría justificar la creación de un ‘congresito’ o Comisión Legislativa Especial, a través del referendo o de una reforma constitucional aprobada por el Congreso, para que en un plazo definido se ocupe exclusivamente de este tema. Esa comisión podría incluir representantes del Congreso, otros del Gobierno (ojalá los negociadores) y otros de las Farc (ojalá también al menos parte de los negociadores). Tendría como objeto no solamente asegurar un pronto desarrollo legal del acuerdo de paz, sino su conformidad con su espíritu y no solo con su letra.

Por razones similares, la Asamblea Constituyente de 1991 creó en su momento un ‘congresito’ (Artículo Transitorio 6 de la Carta), con el propósito de desarrollar la nueva constitución mediante algunas leyes estatutarias. Dicho esto, hay que reconocer que en la situación actual podrían ocurrir ‘choques de trenes’ entre los dos órganos legislativos, Congreso y ‘congresito’, que estarían sesionando simultáneamente. A no ser que se especifique con absoluta claridad el mandato del ‘congresito’. El hecho de que lo allí aprobado deba ser ratificado por el Congreso en pleno puede reducir este riesgo, a costa de hacer más lento el proceso.

Santos metió un ruido innecesario al presentar el ‘congresito’ como una alternativa a la refrendación popular y al no reconocer que esta era una iniciativa de Álvaro Uribe. (1) Al presentarlo como una alternativa al referendo popular, llevó a muchos a pensar que el Gobierno estaba pensando en ponerle conejo a este compromiso, porque se temía que perdería un referendo. Como lo han dicho otros analistas, no me cabe la menor duda de que la mayoría de los colombianos votaremos afirmativamente un acuerdo razonable. Estoy convencido, además, de que si Santos hubiera reconocido la autoría de Uribe de la idea del ‘congresito’ y le hubiese propuesto que contribuyera a desarrollarla, no se hubiera creado tanta confusión y tanto rechazo. La verdad es que el Presidente le hace daño al proceso al estar hablando con tanta frecuencia sobre el tema, soltando globos o ensillando antes de traer las bestias. Mucho me temo que esa actitud presidencial ha incidido en la desconfianza y oposición que hoy se manifiesta en las encuestas y en columnas de opinión. Y que, incluso, ha contribuido a endurecer la posición negociadora de las Farc, quienes parecen interpretar la locuacidad presidencial como signo de afán y debilidad. Sus asesores cercanos deberían recomendarle que, para bien del proceso, se limite a hablar sobre los temas acordados y a aclarar confusiones de la opinión o acusaciones injustas de la oposición.

(1) Carta pública al excomisionado Restrepo, diciembre 2014

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