¿Repetiremos la historia de Fidel Castro?

Ahora que estamos tan interesados en tergiversar la historia y las causas de las guerrillas de Colombia, conviene releer el libro: “Cuba lucha por la libertad”, del historiador Hugh Thomas, catedrático inglés, miembro de la Academia Española de Historia y autor de unos cinco excelentes libros relacionados con la conquista de América.

Las cifras y las ideas a continuación provienen de dicho texto.

Y se justifica releerlo, porque el desembarco en Cuba de Fidel Castro en su yate Granma el 2 de diciembre de 1956 y su triunfo final el 1 de enero de 1959, con un ejército heterogéneo que solo al final contaba con cerca de 3.000 hombres, convirtió su revolución –no marxista- en el ejemplo para las guerrillas latinoamericanas. A partir de ese momento, la Unión Soviética tomó control del régimen cubano y lo enroló como otro peón de su Guerra Fría para instaurar guerrillas como las colombianas.

Esta historia comenzó con el fracaso de Castro en el ataque al Cuartel de Moncada, el 26 de julio de 1953, en el cual participaron solamente 113 personas. Castro y los supervivientes fueron a prisión durante 22 meses, los liberaron por las presiones políticas. A continuación se marchó para México, adquirió allí su yate Granma y se embarcó con 82 seguidores. Tras el desembarco, el grupo se diezmó y Castro se dirigió a la Sierra Maestra con 12 rebeldes, ¿para imitar a Jesús y sus 12 apóstoles?

Solo a finales de 1958, con el régimen de Batista ya derrumbándose, sus filas alcanzaron los 3.000 rebeldes. El ejército del dictador Fulgencio Batista contaba por entonces con 50.000 hombres. “Castro y sus rebeldes habían sido siempre muy pocos, pero habían sido valientes”.

En las ciudades, los opositores a Batista de otros grupos políticos, “se dedicaron al sabotaje con pistoleros idealistas, adolescentes e incluso niños”. “Se dedicaron a atizar la Resistencia Cívica con miembros de la clase media, alta” y empresarios miopes como en Colombia. Castro permaneció, entre tanto, escondido en las inaccesibles montañas.

Y Batista, desde la revolución de los sargentos que lo llevó al poder en 1933, prefirió jugar ‘cartas’ con sus amigos, otorgar ascensos por favoritismo “y si había indisciplina entre oficiales, en la tropa era aún peor”. En síntesis, el ejército estaba dividido, corrompido y desacreditado entre la población por su brutalidad contra los civiles.

“El único mando del ejército insurrecto que rivalizaba con Guevara y Raúl Castro en rango y fama era Camilo Cienfuegos… la mayoría de la gente lo consideraba claramente anticomunista, no simplemente neutral”. Por eso desapareció sospechosamente en un vuelo sobre el mar en octubre de 1959.

Reconoce Thomas que “en 1953 Fidel Castro no era marxista en modo alguno… cuanto lo preocupaba era derrocar a Batista; y no le parecía importante con quién se aliaba para conseguir este propósito”. Por eso negociaba tanto con los comunistas como con toda la oposición al régimen de Batista. El mismo Che Guevara lo reconoció, “yo sabía que Castro no era comunista… teníamos que cambiar las estructuras y empezamos los cambios sin un plan concreto”.

Similitudes con Colombia. No eran comunistas los hermanos Fidel y Raúl y Juan Manuel y Enrique Santos no son socialistas totalitarios. Un puñado de guerrilleros se apoderó de Cuba y cayó en manos de los soviéticos. Aquí puede suceder lo mismo, Rusia ya enroló Cuba, Nicaragua, Venezuela y sigue Colombia, como parte del predomino ruso en el mar Caribe.

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