Resistencia civil

Los críticos de siempre se ensañan en sus tergiversaciones. Se trata de evitar la expresión de quienes estamos en contra de que los criminales de lesa humanidad no paguen ni un solo día de cárcel y además sean premiados con el derecho a la representación política, callar a quienes exigimos que las Farc entreguen y destruyan las armas y utilicen hasta el último centavo que han obtenido con narcotráfico secuestro y extorsión en reparar a las víctimas, ignorar a quienes nos oponemos a que las Farc y el santismo refunden la justicia para juzgarnos a todos. Se trata de obligarnos a que aceptamos este proceso; a las malas.

La resistencia es necesaria porque el Gobierno está violentando la democracia. Sus mecanismos corruptos de cooptación de la clase política a través de la mermelada, de los medios a través de cuantiosos contratos, de la justicia con presiones y nominación de tan sólo sus amigos con fingidos procesos de méritos, las amenazas a los gremios que no los apoyen, las investigaciones y despidos a los que no compartan sus posturas; han enrarecido el ambiente. Se suma la persecución de la oposición a través de la estigmatización y la utilización de la justicia para reducirlos a la cárcel, y ofrecernos la misma impunidad que a las Farc.

Todo aquello culmina con una estrategia antidemocrática donde los colombianos aceptamos los acuerdos de La Habana o nos sometemos a la guerra. El mecanismo de refrendación fue reducido a un irrisorio plebiscito. Bajaron el umbral del 50% al 13%, financiaron el “Sí” con es disfraz de estrategia de difusión de los acuerdos, mientras al “No” no le dieron ni un centavo de financiación, y lo convirtieron en el voto por la guerra, advirtiendo que quien vote “No” quiere que siga la violencia y se quiere quedar sin empleo.

La amenaza es evidente, la voluntad no es libre para votar. Lo más tramposo del asunto es la insistencia en una sola pregunta para poder polarizar la discusión en paz o guerra como le conviene al mediocre gobierno. Quienes no nos sentimos representados en la postura de guerreristas no podremos votar. Y luego de la tramposa refrendación vendrá el acto legislativo para la paz, que en la práctica suprime el Congreso, y reviste de súper poderes al Presidente para incluir de manera automática los acuerdos de La Habana en nuestra Constitución. Es decir que nadie, ni los ciudadanos, ni el Congreso pueden evaluar lo que es aceptable de los acuerdos de lo que no lo es. Que lo tomemos y punto. Se abría paso la idea de una constituyente que discuta estos acuerdos, y ya tienen la trampa: será un tratado internacional. Simplemente todos quedaremos sometidos a lo que el narcoterrorismo y el gobierno más corrupto e impopular de los últimos tiempos negociaron.

La resistencia implica el desafío a los poderes absolutos, que acostumbrados a los desafueros de su propia soberbia, aplastan, estigmatizan y persiguen. Resistencia civil porque la impunidad no traerá paz, sino nuevos nombres para la violencia. Resistencia civil porque la paz se construye con democracia, con respeto a los ciudadanos y a la ley. Resistencia civil porque queremos una Colombia en paz. La acción pacifica probará su potencia.

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