Retórica kirchnerista en el atril internacional

Cristina Kirchner readaptó la política doméstica a las relaciones internacionales con una admirable velocidad. Pero existen muchas dudas respecto de la efectividad práctica de esa estrategia de retórica kirchnerista contra los fondos buitre en los foros internacionales donde el Gobierno llevó el litigio argentino con los holdouts.

Bajo las órdenes de la Presidenta, el ministro de Economía Axel Kicillof disertará mañana en la OEA para hacer una defensa de los planes de reestructuración de la deuda pública y exponer los problemas que puede sufrir la economía argentina por el fallo del juez norteamericano Thomas Griesa en favor de los fondos buitre.

Kicillof llegará acompañado por el canciller Héctor Timerman en una reunión especial pedida por la Argentina. Así, el ministro de Economía volverá a repetir el speech que ofreció la semana pasada ante el llamado Grupo de los 77 (G-77)de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde procuró respaldo político para enfrentar a los holdouts. No son los únicos espacios de debate internacional donde el Gobierno buscó respaldo: también lo hizo en la Unasur, el Mercosur, en la Organización de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés) y hasta se evalúa llevar el caso a la Corte Internacional de La Haya.

"Lo que se busca en todos estos casos es apoyo político internacional y un aislamiento pleno de los fondos buitre", expresó a LA NACION un funcionario de la Cancillería que estuvo a cargo de los preparativos de presentación en los diversos foros internacionales.

En el Gobierno están convencidos de que esta estrategia será redituable para la negociación con los fondos buitre. Aunque vale la pena hacer un repaso de los diversos escenarios y su real margen de efectividad:

Debate en la OEA. El discurso de Kicillof en la OEA será similar al que dio en la ONU. Sólo que esta vez buscará remarcar las críticas a la justicia norteamericana por el fallo de Griesa para cosechar el apoyo de los países bolivarianos y de todo aquel público antinorteamericano que hay en la OEA. El presidente de Estados Unidos Barack Obama exigió ayer el "respeto" a la independencia judicial y la necesidad de "no interferir" con sus fallos. Así, tomó distancia de la posibilidad de que la OEA opere políticamente contra las decisiones del juez Griesa. En contraposición con esa postura de Obama el secretario general de la OEA, José Miguel de Insulza, anticipó su "solidaridad" con la Argentina ante el "insólito" fallo de Griesa. No fue el único favor que le hizo Insulza a Cristina Kirchner. También convocó como "observadores" para el discurso de Kicillof a representantes del Banco Mundial y del FMI. Según los analistas internacionales, estas son las únicas figuras de peso que podrían interferir en las negociaciones entre los fondos buitre y la Argentina. Pero a esta altura de las negociaciones, ese nivel de injerencia sólo parece "decorativo", según dijo un abogado especialista en litigios internacionales.

El apoyo de la ONU. El speech de Kicillof en la ONU estuvo plagado de lugares comunes y una retórica propia de la tribuna camporista. Salvo las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU, este organismo tiene actualmente escaso peso en la geopolítica mundial, mucho menos en materia de litigios económicos entre países. Quizás uno de los respaldos más relevantes que cosechó Kicillof en la ONU llegó de la Unctad que en un documento advirtió que la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de no tratar la causa argentina podría tener "profundas consecuencias para el sistema financiero internacional". Según ese organismo, la orden judicial erosiona la inmunidad soberana y crea precedentes legales que podrían tener graves consecuencias para el sistema financiero internacional. Habrá que ver si estas advertencias son relevantes para los abogados de los bonistas no sólo de Estados Unidos sino de otras nacionalidades que reclaman pagos al Estado argentino. El foro del G-77 + China que escuchó a Kicillof en el marco de la ONU carece de peso político para litigios como los de los holdouts. El presidente del G-77+China, Sacha Llorenti Solís, repudió la posibilidad de que los fondos buitre "paralicen las reestructuraciones de deuda". Pero estas expresiones sólo fueron vistas como "expresiones de deseo" según diplomáticos y analistas internacionales.

Reclamo en la La Haya. El Gobierno estudia demandar a Estados Unidos en la Corte Internacional de Justicia de La Haya por el fallo que emitió un juez Griesa. Según se supo, Timerman ya instruyó a la secretaria de Asuntos Legales de la Cancillería Susana Ruiz Ceruti para que presente el reclamo en La Haya. Este fue uno de los mejores chistes que oyeron en los últimos tiempos los especialistas en derecho internacional. Es que para presentar una demanda en la Corte de La Haya hace falta que la contraparte, en este caso el Estado norteamericano, acepte esa decisión. No es precisamente este el caso como sí ocurrió en su momento con Uruguay por el conflicto con la pastera Botnia.

Mercosur y Unasur. El Gobierno ya recibió el apoyo de los países de la región en su embestida contra los fondos buitre. Los comunicados que emitieron en los últimos días la Unasur y el Mercosur son un claro ejemplo de esto. Pero no parecen suficientes para modificar la ambición de los bonistas. Mal que le pese a Cristina Kirchner desde el plano estrictamente de confianza en los mercados quizá tenga mayor efectividad la opinión de una agencia calificadora de riesgo que toda la burocracia de la Unasur. No por casualidad en algunos despachos del Gobierno ayer vieron con preocupación los resultados dela agencia calificadora de riesgo crediticio Standard & Poor's (S&P) que colocó en "vigilancia negativa", la perspectiva de la deuda soberana de la Argentina ante el riesgo de no poder pagar los intereses de los bonos.

La retórica kirchnerista puede provocar efectos en la tribuna local pero sus resultados en el atril internacional no parecerían tener el mismo resultado. Más bien, parecen ser fuegos de artificio para contentar a la tribuna local y justificar un accionar a futuro que va contradecir el manual que dejó Néstor Kirchner como legado.

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