Santos no es el dueño de la paz

La paz no es un fin; es una manera de vivir de la sociedad, y es de todos. Desde el punto de vista simple del uso de las armas, seria renunciar a ellas. Pero de cuáles armas, podemos preguntar; de las bélicas, de las ideológicas, de las sicológicas, de las sofisticadas desarrolladas tecnológicamente ¿o de las caseras, las burdas, las primitivas, más las armas de la amenaza terrorista permanente que nos  exhiben, por ejemplo, las Farc? ¿Qué clase de paz le espera a Colombia, cuando Santos, en contra de la constitución, acepte silenciar las del estado para que la subversión nos siga amenazando con las suyas?

¿Acaso se puede decir que pueblos oprimidos por dictaduras social-comunistas, como Cuba, por ejemplo, quien es el garante de nuestra democracia, tienen paz en su conciencia? ¿Acaso la pasividad silenciosa de una esposa sometida bajo las amenazas de un marido atrabiliario que le da en jeta, puede llamarse paz? Mientras ese marido no renuncie al uso del garrote, y lo entregue como prueba de su buena fe, el asunto es un sainete, una mentira. Un juez de familia no puede ser tan torpe de creer en la sanación de un marido que se niega a entregar el bate con el cual golpea a su esposa. Pues aun así haya prometido no usarlo más, sigue ejerciendo violencia pasiva sobre la conciencia de esa pobre mujer.

El pueblo todo en Colombia es víctima de la violencia de la subversión; el pueblo es cada soldado y policía, el campesino, y el civil, víctimas todos de las bombas, de las balas, del chantaje, y de la extorsión permanente de las Farc.

Ya lo dijo Iván Márquez con cinismo, “mientras no acepten todas las condiciones subversivas” el pueblo seguirá sufriendo las consecuencias. Además se declaran víctimas de ese estado al cual quieren acabar. Entre tanto, hay cándidos que aceptan a Santos como el exclusivo dueño de la llave de esa paz. Para completar, ese señor nos dice que para él solo son víctimas válidas del conflicto, personajes de alcurnia e importancia nacional; asegura que sabe dónde y cómo capturar o dar de baja a Timochenko, pero que lo va a pensar dos veces. Ya no necesita pensar más, lo tiene listo para llevarlo a La Habana.

Si un marido niega el evidente maltrato que da a su esposa, rechaza el tratamiento sicológico, no entrega el garrote con el cual la golpea, no reconoce su bellaquería, ni se preocupa por las heridas causadas y menos por sanarlas, pues según su criterio él es la víctima, que se puede esperar? No acepta reconvenciones, pero exige que a cambio de nada, le entreguen todo. De lo contrario, sigue  martirizando a su mujer. Los amigos de la paz al estilo santista, se rasgan las vestiduras cuando alguien se opone a tal situación.

En la columna anterior jamás dije que Putin es comunista, que Rusia lo siga siendo, o que Santos sea agente de las Farc; un comentarista gentil pone en boca mía palabras que nunca dije. Lo dicho por mí lo ratifico: el comunismo criollo vino de Rusia a través de Cuba, y Santos con sus mentiras nos lo quiere meter en dosis disimuladas de socialismo del siglo XXI. Todavía  podemos evitar que ese propósito se cumpla, desenmascarando a Santos y develando la falsedad de su bandera. Dios nos libre de quedar como Cuba o Venezuela.

oscaralbertodiazgarcia@hotmail.com

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