Se acaban los votos de carne y hueso

Los autores de aquellos famosos fraudes electorales que en el pasado se denominaron chiriguanazos, en honor a aquel pueblo del Magdalena donde se dieron, resultan ahora unos amateurs, unos aficionados ramplones.

Resulta que me quedó dando vueltas en la cabeza una parte de la intervención del senador Jaime Amín en la sesión del pasado 22 de julio, en la que relató resuelto que en cierta concurrida concentración electoral de Barranquilla hubo presencia de muchos votantes en la elección de congresistas, menos en la primera vuelta presidencial y muchos menos todavía el día de la segunda vuelta.

La pregunta, entonces, es de dónde salieron tantísimos votos en aquel lugar por el candidato Santos en la segunda vuelta. Siendo que la nota fue la ausencia de votantes físicos, según entendí, fuerza entonces concluir que tal abundancia de sufragios brotó de las entrañas de la tierra, de la misma manera que aparecen por arte de birlibirloque en la vecina Venezuela a la hora de escrutar para empoderar mandatarios espurios.

La tecnología terminará por acabar con los votos de carne y hueso que, como en Barranquilla y otros lugares seguramente, ya se están acabando. De una cosa estemos seguros, que a poco no habrá de necesidad de votar porque otros lo harán por nosotros desde terminales de computadores. La democracia estafada a extremos antes inimaginables.

A mí no me vengan con la historia de que el software electoral esté hecho a prueba de intromisiones porque al parecer no lo es. Todos los programas en el mundo, sean de la naturaleza que fueren, no están elaborados a prueba de vulneraciones. Por ejemplo, vean no más los de los bancos de cuyas cuentas son extraídas sumas considerables de dinero y ni se dan cuenta, o acatan tarde cuando ya para qué.

Dicen los interesados que las elecciones presidenciales fueron tan puras como las aguas que cristalinas bajan de los páramos y así podrían pasar a la historia mal contada porque hasta el presente nadie se dio a la tarea de investigar para establecer un fraude electrónico no del todo descartable.

El senador Amín de Centro Democrático sin querer queriendo, o queriéndolo, de manera formidable dejó un mensaje subliminal que al menos yo, que suelo leer y escuchar entre líneas, capté al instante y no lo podría dejar pasar al en el lomos de nuevos acontecimientos rumbo al olvido.

Tiro al aire: ya lo dije en Tuiter, que la Democracia colombiana se estaría buscando unas merecidas vacaciones para ser purgada de tanta fetidez.

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