¡Se les acabó el chantaje!

“Es falso que los acuerdos de paz se puedan renegociar” (…) “Quien vote ‘No’ al plebiscito está votando por la guerra”. Gaviria.

“Se ha querido decir: ‘No, es que si el plebiscito se niega, vamos a poder negociar un acuerdo mejor’. No, no se equivoquen” (…) “Si el plebiscito no se aprueba volvemos a la guerra. Así de sencillo” (…) “No es que vamos a volver a la Mesa de Negociación, volvemos a la guerra. Esa es la verdad”. Santos.

“Pensar que se pueden renegociar algunos puntos sería un tremendo error (…) no hay espacio para reabrir las negociaciones” (…) no es oportuno volver a negociar algunos puntos que ya están cerrados”. De la Calle.
“Todo ciudadano honesto dará su voto por el Sí”. Monseñor Monsalve.

La sentencia mediante la cual la Corte Constitucional declaró exequible el plebiscito, dice que en caso de que el NO gane, los acuerdos sí son susceptibles de revisión y se pueden continuar, y que lo que se está haciendo en La Habana es un arreglo con los de las Farc, por consiguiente, lo que vamos a votar en el plebiscito (si es que lo hay) es si estamos o no de acuerdo con ese arreglo.

La estantería que tenían montada con el engaño de unos acuerdos intocables y la elección entre guerra o paz, se les vino abajo.

Les pusieron el “tatequieto”. Ya no van a poder seguir con ese discurso con el que nos han venido intimidando y que lastimosamente ha convencido a más de uno.

Esas amenazas sembrando pánico o vendiendo falsa paz, lo único que prueban es que ni el gobierno cree que las Farc tienen intenciones de dejar la delincuencia, y que, al igual que la mayoría de los colombianos, sabe que la única razón por la cual están sentados en la mesa de negociaciones es para aprovechar esas concesiones que les ha ofrecido el presidente. Concesiones hechas con tal de conseguir un Nobel de Paz.

Se acabó, entonces, la costosa y fraudulenta campaña del “SÍ a la Paz”. Al señor Santos y sus compadres se les terminaron esos actos oficiales llenos de palomas y manitas tricolores costeados con el dinero público, porque ni la paz y ni la chequera de la que gasta son suyas o de sus negociadores, ambas son propiedad de todos los colombianos.

Los del NO al plebiscito seguiremos con nuestra campaña que no es, como han hecho creer, en pro de la guerra y, menos aún, la campaña de los deshonestos, como desatinadamente insinuó el prelado.

Simplemente no compartimos mucho de lo hasta ahora acordado. Objetamos que los responsables de crímenes atroces como el reclutamiento, abuso sexual y asesinato de niños, etc., no paguen un solo día de cárcel y que, sin siquiera pedir perdón ni resarcir a sus víctimas, los criminales vayan derechito al Congreso.

Es, pues, un NO a Santos y a su arreglo con las Farc, que es lo único que ha hecho.

Celebro que hayan puesto coto al atropello y al despilfarro del dinero público de la campaña del “Sí a la Paz”.

Celebro porque ¡se les acabó el chantaje!.

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