Si hay conservatismo

La convención conservadora mostró una verdadera revolución de las masas conservadoras. Las bases del partido conservador, se rebelaron contra los “mermelados” senadores de la Costa, Nariño, Caldas, Huila, Antioquia, etc. Dueños absolutos de la más frondosa burocracia que gobierno alguno pueda dar a los congresistas para garantizar su abyección. En la convención quisieron imponer su criterio de fidelidad al gobierno para garantizar su reelección, pero, se encontraron con un dique de contención humana que dijo No. Se encontraron con un conservatismo aguerrido, altivo, libre de amarres e independiente, que dijo basta ya. Porque quiere una carta de navegación que lo conduzca a su destino histórico: la candidatura presidencial. Se puso al descubierto en la convención que si hay conservatismo, solo que hay que darle un cuerpo político a ese sentimiento nacional.

Se evidenció que hay mucho conservatismo, lamentablemente sin jefes. Que el talante conservador echó raíces en la clase media colombiana, que es la que más genuinamente representa el nuevo país que se quiere construir. Esa clase media es el testimonio del inmenso éxito de nuestro sistema político, económico y social, de los últimos 50 años. Por eso hay tanto conservatismo, decía Álvaro Gómez Hurtado. Como no hemos fracasado como conservadores, no somos propicios para la violencia revolucionaria. Ella ha sido importada de países donde, habiendo fracasado el marxismo, se avergüenzan ahora de su historia. Y como no somos una país propicio para el implante de un sistema revolucionario, no tiene explicación que toda la política gire en torno de las concesiones que se puede hacer a los violentos, para obtener su apaciguamiento.

Había dicho que, la paz negociada es la responsable de haber destruido la coherencia de la doctrina conservadora, la que ha destruido las jefaturas del partido, y la personalidad de los jefes naturales. ¡Quién fuera a imaginar que el partido por no querer ser tachado de enemigo de la paz, abandonó, en su empeño de conseguirla, todo el bagaje de 164 años de política creadora! El conservatismo, no es una ideología sino un instinto, es una predisposición de ánimo, un prejuicio, una tendencia, un talante. Está convertido en una fuerza natural de la política. Representa el sentimiento nacional, por lo que no puede ser considerado una minoría para siempre, sin posibilidad de redención, como lo suponen los “mermelados”, justificando su falta de vocación de poder. No contaban con la presencia de una fina dama en la convención, llena de convicción intelectual, y visión política, que los estrujara, para convertirse con autoridad en jefe de ese conservatismo disperso en Colombia.

El conservatismo de la convención es novedoso, de clase media, orientado a resolver los grandes problemas de desarrollo, mejorar la educación, garantizar la justicia, impulsar el empleo, y afianzar la libertad. Es un conservatismo que reniega del acomodamiento, del apaciguamiento, y el concubinato gubernamental. Es contrario al clientelismo de inteligencia, por ser más dañino que el clientelismo político, perjudicial para el futuro de nuestra sociedad. Es un conservatismo sin jefes, lo cual permite hacer política sin ellos. Le tocará por tanto a Martha Lucía, darle un cuerpo político a esa inmensa disposición de ánimo que embarga a la población, a ese conservatismo salido de la convención.

Porque el partido está ahí, completo, esperando una luz, una hoja de ruta que avizore el puerto, para servir a los colombianos con liderazgo, honradez y firmeza, como Margaret Thatcher, que sorprendió a la opinión de su país y del mundo.

No hay porque temer Martha Lucía al ladrido de los perros, porque es señal que estas avanzando. Ladran como el lobo de la noche, su tragedia, al no llevar el trofeo prometido. Llegaron a palacio, con el rabo entre las piernas, y la cerviz inclinada.

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