Sin niños

En asuntos de adultos, no pueden ser inmiscuidos menores que no cuentan con capacidad de discernir ni ponderar las consecuencias.

En buena hora, la legislación colombiana ha sido rigurosa e inflexible cuando de proteger a los niños se trata. Así, sus rostros ni sus nombres pueden ser utilizados con fines comerciales o políticos, precisamente para salvaguardar su intimidad, con lo que se garantiza su normal desarrollo.

Lo niños son sagrados. Mal hacen los padres que los utilizan para defender sus causas o, peor aún, para generar solidaridad respecto de asuntos que no son propios de los menores.

Hago esta reflexión luego de ver el video del detenido senador Musa Besaile en el que su esposa, con todo el derecho, asegura que su marido es un hombre inocente. Nadie puede prohibirle a una mujer que defienda al hombre con el que convive, al margen de si éste es culpable o inocente de los delitos que se le imputan.

Lo que sí resulta absolutamente abominable y que merece ser rechazado de manera enfática, es que se hubiera incluido en el video en cuestión, a tres menores de edad para efectos de que el país entero registrara el sufrimiento que les produce la inminente separación de su padre.

Aquellos niños viven un drama que seguramente les dejará secuelas para el resto de sus vidas y por lo tanto, les asiste el derecho a llevar su duelo con respeto, pero sobre todo sin hacer de éste una herramienta de manipulación.

En asuntos de adultos, no pueden ser inmiscuidos unos menores que no cuentan con la capacidad de discernir ni ponderar las consecuencias de un acto como al que fueron sometidos.

La publicación de ese video con los niños llorando, abrió una compuerta delicadísima, pues en las redes sociales abundan las burlas y los acosos contra ellos.

Suficiente tienen con la tragedia que significa ver a su padre ingresando a una cárcel y apareciendo en todos los medios de comunicación, sindicado de unos delitos tremendos. Acá no se trata de defender a Musa Besaile, ni más faltaba, pero sí a la intimidad de sus hijos, menores de edad.

Por eso, es inaceptable que él y su esposa hubieran cruzado la raya de la intimidad de aquellos niños, para intentar limpiar la mala imagen del senador, hoy a buen recaudo del INPEC. El daño que el señor Besaile le ha hecho a nuestro país, seguramente tendrá que pagarlo con muchos años de prisión, pero el perjuicio que entre él y su esposa les causaron a sus propios descendientes, al ponerlos a llorar en un video que tuvo una difusión masiva, tal vez sea permanente.

Si Besaile irrespeta de semejante forma a sus hijos, no quiero ni imaginarme lo que es capaz de hacer con el resto de la sociedad.

Que este hecho lamentable, nos sirva como ejemplo para que en adelante aquellos que tienen líos judiciales, se abstengan de utilizar a sus niños como mascarón de proa con el protervo fin de generar lástima.

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