Solo partidos de gobierno

Cuando vivíamos las épocas del bipartidismo, se presentaban disidencias dentro de los partidos, las cuales ayudaban a oxigenarlos, pues llevaban mensajes nuevos, contemplaban soluciones, enfoques interesantes sobre un nuevo país y terminaban vigorizando los partidos.

Cuando apareció Jorge Eliecer Gaitán, el liberalismo se afianzó con ese nuevo aliento que le daba el líder sacrificado, inspirándose en una especie de socialdemocracia. Dentro del conservatismo fue famoso el alzatismo, cuya cabeza, Gilberto Alzate Avendaño, era un político fogoso que traía su bagaje por una parte del fascismo italiano y por el otro de las encíclicas papales. Y se fue a la oposición en el gobierno de Laureano Gómez, creando su propio periódico, El Diario de Colombia, con columnistas de primer orden.

En el liberalismo la lucha del santismo y el lopismo también auspició una época que ayudó a modernizar el país, pues la derecha y la izquierda se manifestaban dentro del propio partido. Y fue célebre la disidencia del MRL, de López Michelsen, ya dentro de la estructura del Frente Nacional, que introdujo la emergencia económica como nueva herramienta para evitar los abusos del estado de sitio. Y la última demostración de este tipo fue el Nuevo Liberalismo fundado por Luis Carlos Galán, que vino a alertar al país sobre problemas muy serios que estaba contemplando y que son todavía azote del país, como el narcotráfico. Todos estos movimientos o disidencias, incluido el ospinismo dentro del conservatismo, se iban a la oposición para desde allí plantear sus propuestas y convertirse en opciones viables de poder.

Ahora los partidos solo contemplan las disidencias para sostener candidaturas presidenciales o curules al Congreso, pero no contemplan ser oposición, sino que a toda costa quieren ser gobierno. Esto está sucediendo tanto en el conservatismo como dentro del liberalismo. Partidos o movimientos como Cambio Radical, partido de La U y el propio liberalismo, no tienen en cuenta ser oposición sino gobierno. Por eso se tranzan por la vicepresidencia o por ministerios con tal de continuar ligados al gobierno de turno. Y en el conservatismo también se hacen funciones de opereta lanzando candidatos de una supuesta oposición, para terminar negociando su paso al gobierno por un par de ministerios.

Ya la oposición no seduce y solo los partidos que por dignidad u orgullo herido se van a la oposición, como en el caso de Uribe, o por razones de incompatibilidad absoluta con los gobiernos como el Polo Democrático.

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