Sueños compartidos

Los países de América Latina soñaban con reemplazar el Banco Interamericano de Desarrollo con un Banco del Sur que no llegó a nacer. Llegaron un día China y Rusia, reconciliados, y, sin discursos ni anuncios previos, con USD 200 000 millones por delante y el respaldo de los Brics, entidad con peso geopolítico, sin necesidad de la monserga antiimperialista, decidieron crear el Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reservas de Contingencia para que los populismos latinoamericanos tengan otra fuente de crédito y a quién acudir en caso de problemas financieros de los países. Más allá de estas necesidades coyunturales, los Brics intentan reemplazar los acuerdos de Breton Woods para establecer una nueva institucionalidad financiera mundial sin Estados Unidos y Europa. Brasil saliendo de la pesadilla posmundialista, Argentina saliendo de la pesadilla de los fondos buitres y Venezuela entrando en la pesadilla final, recibieron a los nuevos potentados como lluvia de verano.

En la reunión participaron también Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam y Uruguay. Fue muy notoria la ausencia de México. No todo fueron buenas noticias. La primera autoridad del banco recaerá en Rusia, el Presidente será indio, la oficina regional estará situada en Sudáfrica y el director será brasileño. China, que aporta con la mayor parte del capital, tendrá la oficina principal en Shangái. Es también la conformación de un bloque gigantesco que se apresta a disputar la hegemonía mundial. Los Brics tienen un PIB conjunto casi igual al de Estados Unidos, 15 billones de dólares, y el 43% de la población mundial. Esta incursión de Vladimir Putin en América Latina se produce cuando las potencias de Occidente le imponen sanciones económicas por la invasión de Crimea y la desestabilización de Ucrania, le expulsan del G-8 y le acusan de haber entrenado y armado a los criminales separatistas de Ucrania que derribaron el avión malasio con 298 pasajeros. En medio de esta tormenta, Vladimir Putin le hace un desplante a Estados Unidos estableciendo una alianza de proyecciones pavorosas con los populismos latinoamericanos.

Expertos estadounidenses como Zbigniew Brzezinski y Henry Kissinger, consideran que Occidente debe tratar de retornar a Putin a los acuerdos alcanzados después de la Guerra Fría, evitar una conflagración y normalizar el status de Ucrania y Crimea. Eso incluiría asegurarle que Ucrania no será parte de la OTAN, garantizarle que seguirá con la base de Sebastopol y levantarle las sanciones económicas. Con estos acuerdos, Putin no llegaría a cumplir sus sueños de restaurar el imperio soviético, pero haría honor a la heroica imagen que se ha construido en su zona de influencia. Y los populismos latinoamericanos, ¿compartirán los sueños de Putin?

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