TAMPOCO LA COMPETITIVIDAD

Siguen las preocupaciones sobre el futuro del país. Tanto que se habla de la competitividad y no estamos cerca de conseguirla ni hacemos ningún esfuerzo para acercarnos a ella.

El lunes anterior apareció en este diario un cuadro sobre el tema y lejos estamos de estar satisfechos. El factor más preocupante y el mayor problema que tenemos para hacer negocios y poder competir es el de la corrupción.

A la corrupción, que hace imposible el desarrollo, le siguen la falta de vías, de puertos, de ferrocarriles, de navegabilidad de los ríos, de infraestructura en general. Es imposible el desarrollo ante tanta pobreza en la infraestructura. Lo más grave es que cada informe nos muestra el aplazamiento y la falta de recursos para la construcción de estas obras.

Después está la tramitología que cada vez hace más difícil iniciar las obras. La inseguridad también sigue como factor negativo para ser competitivos. Después están otros factores que, de no solucionarlos, nos mantendrán en el subdesarrollo.

Otra cosa: nos dicen ahora que se va a establecer en forma obligatoria en todas las instituciones educativas la cátedra para la paz. Otro distractor, otra cosa inútil, que sobra, que no lleva a nada.

La conciencia de la paz se forma desde el hogar con el ejemplo de los padres en compañía de hermanos y amigos. La paz y la convivencia se aprenden en los colegios cuando se está todo el día en armonía con los profesores y con los compañeros, cuando se comparten actividades como el deporte y el estudio en grupo, cuando se pasa el día en el aula de clase compartiendo aprendizaje y discusiones con los compañeros. Que hay conflictos, claro que los hay. Allí, entonces, se aprende a conciliar y a perdonar.

Los textos para la paz, si es que se necesita tenerlos por escrito, se encuentran en los Evangelios. Allí está todo: desde el repudio a la violencia hasta el perdón a los violentos. Desde la condena por las faltas cometidas, hasta la esperanza de una vida distinta.

No tengo ninguna duda de que la idea de establecer una cátedra para la paz suena muy bonito, pero es tan inútil como pensar que con ella vendrán épocas mejores.

Suponiendo que se imponga esa cosa tan inoperante, tan innecesaria, tan bonita desde el punto de vista publicitario, que es de lo que se alimenta este gobierno, la pregunta es ¿quién o quiénes van a redactar el texto de tan inútil tema? Seguramente ya lo están preparando dentro de las conversaciones de La Habana con los sabios Iván Marques, Santrich, Andrés París y todos esos expertos en temas de paz, con la colaboración de los hermanos Castro y con los mensajes llenos de sabiduría sobre la paz de Nicolás Maduro.

Mientras se conoce el texto de la cátedra para la paz, me gustaría conocer el texto de la protesta el presidente Santos por el vil y cruel asesinato de siete policías y cinco agentes heridos en la zona de Tierradentro.

Soy capaz y quiero seguir respaldando a nuestras Fuerzas Armadas y de Policía.

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