Tiene la palabra el senador Uribe

Los votos que tiene el Uribismo no le alcanzan ni para elegir secretario de comisión, pero sí para hacer mucho ruido.

El país regresa de nuevo a la actividad política plena con la instalación del Congreso 2014 – 2018, un legislativo cuya tarea estará enfocada en el tema de la paz especialmente a partir de 2015 cuando se da por hecho que estarán firmados los acuerdos con las Farc y el Eln.

Este nuevo Congreso, por las figuras que eligió, es mejor y más interesante que el que acaba, pero ello no quiere decir que se vaya a comportar diferente al que siempre termina criticado por la opinión. Una vez inicie el trámite de proyectos importantes para el gobierno se repetirán el ausentismo, el chantaje por puestos y contratos y cuando se discuta el Plan Nacional de Desarrollo vendrá la rapiña por los “proyectos de desarrollo local” como coliseos deportivos o por una carretera sobre la que existe interés político.

Lo novedoso es que prácticamente desde el siglo XIX, cuando Francisco de Paula Santander se hizo elegir por la Provincia de Pamplona luego de haber ejercido la Presidencia, no había un exmandatario ocupando una curul en el Congreso. Ahora lo hace el expresidente Uribe para liderar desde allí la oposición a su antecesor.

Uribe y el Centro Democrático con 21 senadores y 19 representantes a la Cámara no van a imponer la agenda, pero sí serán protagonistas de la misma. Los votos que tienen no les alcanzan ni para elegir secretario de una comisión, y difícilmente podrán lograr la aprobación de un proyecto de ley, pero, conscientes de ello, su tarea será fiscalizar al gobierno. De buena fuente se sabe que en los ministerios se están preparando para enfrentar el manejo de derechos de petición y para los debates a los que serán citados los funcionarios.

Por cada ataque de la guerrilla seguirá habiendo trinos de Uribe, pero ahora por cada soldado muerto y por un avance en la negociación habría, además, un debate. Lo mismo es de esperarse que suceda con temas como los de vivienda por la bronca con el vicepresidente Germán Vargas Lleras, o con relaciones internacionales donde el tema de Venezuela fue uno de los flancos de ataque del uribismo a Santos durante la pasada campaña.

Con una oposición más fuerte que en su primer gobierno, no parece fácil la tarea para el Gobierno. En esa medida va a requerir un gabinete de mucho más peso que afronte con energía los debates y unas bancadas más disciplinadas que ayuden con la aprobación de los proyectos de paz y los de orden social. Por eso no se sabe qué será más duro para el gobierno, si lidiar la oposición de Uribe y Jorge Robledo, del Polo, o buscar la manera de tener contenta a unas bancadas que no parecen haber entendido el mensaje de los electores que pasaron cuenta debido el escándalo de la “mermelada”. Esta vez Santos puede terminar pagando retén ya no por cada proyecto de ley sino por cada artículo de un proyecto.

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