Todos contra el terrorismo

El 20 de noviembre pasado, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución en forma unánime en la que “llamó a todos los Estados miembros a tomar todas las medidas necesarias para prevenir y suprimir los actos terroristas cometidos por el grupo terrorista ISIS”.

Si bien las Farc y los demás grupos terroristas del mundo no se mencionan en esta resolución, nada impide suponer que después de los acontecimientos de Europa, Medio Oriente y África, comiencen a soplar nuevos aires contra el terrorismo en otros lugares del planeta.

Este problema no puede ser selectivo, no puede haber terroristas buenos y terroristas malos y los nuestros son los que contabilizan el mayor número de crímenes de lesa humanidad y, además, figuran como los dueños del negocio de narcotráfico más grande y eficiente del planeta.

Un estudio reciente de la ONU se estima que en 2015 exportará Colombia cerca de 650 toneladas métricas de clorhidrato de cocaína, cuyos precios en millones de dólares por tonelada métrica al por mayor son: 2,2 para el pobre agricultor; 2,8 en puerto colombiano; 10 en puerto de Centroamérica; 15 en puerto USA; 17 mayorista USA; 4 puerto Europa; 7 mayorista Europa.

No perdamos de vista los efectos nefastos de la cocaína entre los jóvenes, la seguridad y las instituciones de numerosos países integrantes de la ONU. Estos efectos son más generalizados y tanto o más imperiosos de combatir que los atentados recientes contra solo unos pocos países.

Como consecuencia de lo anterior, los “Big Brothers” -el presidente Santos y su hermano Enrique- previendo que el viento antiterrorista les sople pronto en contra de su azaroso proceso de paz en La Habana, acordaron celebrar el viernes el 21 de noviembre una reunión entre Rodrigo Londoño, alias “Timochenko” jefe de las Farc y “su mensajero personal”, Enrique Santos.

Propósito de la reunión: destrabar el proceso de paz para asegurar la firma de este antes del 23 de marzo de 2016. Solicitud concreta: “que los negociadores entren en una especie de cónclave y no salgan de ahí hasta que tengan todos los puntos resueltos”.

El presidente Santos pretende conseguir adeptos para su causa, haciéndonos creer que lo que aquí sucede no es terrorismo, que es una rebelión de unos idealistas que han pretendido mejorar a los menos favorecidos a su manera. Que basta un poco de comprensión de todos y de concesiones unilaterales anticipadas del país para las Farc. Que sí se puede firmar un proceso legítimo y con duración en el tiempo, el cual nos conducirá al paraíso, porque Santos no está firmando la paz, sino ‘el fin del conflicto’.

Pero no todos pensamos así, porque entre la corruptora chequera del Gobierno y la ingenuidad de los colombianos, marchamos ya de la mano de los “Big Brothers” hacia un gobierno dictatorial, presidido por una minoría sin escrúpulos. Cada vez resulta más remoto aceptar que el ‘modelo de paz de Cuba’ será el modelo de paz para el fin de todos los conflictos del orbe en el futuro y que le merecerán recibir el Nobel de Paz a Juan Manuel.

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