Tola y Maruja

Afamadas cuchas,

Soy un colombiano del montón y estoy muy pero muy bejuco con la venta de Isagén. No pues, qué gobierno tan avispado, en vez de vender Caprecom. Y la disculpa de Santos es que esa plata es para 4G (¿4 años de Germán?). ¿Sí es bueno vender el agua, sabiendo que nos podemos quedar sin con qué pasar el aguardiente? Y otra preguntica, ustedes que saben de agüeros ¿a los cuántos días se debe quitar uno los calzoncillos amarillos del 31?

Atentamente,

Yony C.

Querido escandaloso,

Por su letra vemos que le tiembla el pulso del puro guayabo. Que pena y todo pero Tola y yo apoyamos la vendida de Isagén, así nos lluevan críticas (con este verano, que llueva lo que caiga).

Usté se preguntará por qué los colombianos vendemos las represas cuando se está acabando el agua. Pues por eso: ¿quién las compra después secas? Ni bobos que fueran.

¿Y cuál es la bendita preocupación porque se acabe el agua, ah? Nos quedan las gaseosas.

El que se preocupa por el fin del agua es que desconfía de la ciencia. No demoran los inventores en sacar el agua en polvo y la lluvia en espuma.

Nosotras vimos un programa de Viscovery donde mostraban que el hombre se adata a lo que le toque. Y las mujeres sí que nos adatamos a lo que sea: a la silicona, al botos, a los tacones…

Un científico dijo que cuando se acabe el agua ya no sentiremos sed y podremos aspirar el Frutiño por la nariz. Y que no habrá que bañarse porque todos güeleremos igual. ¡Por fin la bendita igualdá!

La humanidá sin agua aprenderá a la lavarse los dientes con saliva y vaciaremos el inodoro a cantaleta: ¡le pegué una vaciada!

Gracias a mi Dios nosotras no estaremos cuando se termine el agua. Lo sentimos es por nuestra querida amiga Amparo Grisales que no se podrá lucir en camiseta mojada. Y por el presidente Santos, que no tendrá con qué lavarse las manos.

Que se estinga el agua tiene sus ventajas: los finqueros no tendrán con qué rendir la leche y Barranquilla dejará de sufrir por los arroyos.

Otra cosa buena de que no haiga agua es que ya no molestarán en el semáforo los gamines lavando el parabrisas, ni los carros antimotines tendrán chorro contra los estudiantes.

Cuando falte el agua, querido pesimista, los humanos nos limpiaremos las lagañas con el sudor de la frente y regaremos las cebollas con lágrimas.

Y que sin Isagén se puede venir un apagón. Queliace. Ay, lo que gozaríamos nosotras viendo a los nietos sin poder cargar los jijuemadres cedulares y que les toque saludarnos.

Tus tías que te quieren,

Tola y Maruja

Posdata: No se preocupe, cuando el agua esté descasa ponemos de presidente a Petro pa que espropie Isagén.

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