Tribunal de crímenes contra la mujer

No nos llamemos a engaños. En este acuerdo que será presentado para que el Congreso, como si fuera una simple notaría, ratifique lo pactado entre Santos y las Farc no es nuevo y tampoco incluyó los asuntos sustantivos por los que la mayoría votó NO el pasado 2 de octubre.

Me preocupa sobremanera que las víctimas no hayan sido reconocidas y sus derechos garantizados como exige un verdadero proceso de paz. Nos dicen que debemos estar felices porque las Farc “tuvieron el gesto” de aceptar que se realice un inventario de sus bienes para efectos de utilizarlos en la reparación material de sus víctimas.

Lo curioso es que durante los últimos años hemos oído a los jefes terroristas decir que no tienen un centavo, entonces ¿cuáles son los bienes que van a entregar si según ellos, la guerrilla vive en la más deprimente indigencia?

O las Farc dijeron mentiras, o el Gobierno en efecto sabe que la guerrilla sí tiene bienes y dinero en su poder, algo que todo el país conoce pero que nadie en la Casa de Nariño se atreve, por físico temor, a confirmar.

Pero el asunto va mucho más allá. ¿Qué va a pasar con el reconocimiento de la verdad y el pedido de perdón por parte de la guerrilla que son, en efecto, elementos fundamentalísimos para la plena reparación del daño causado? Los jefes guerrilleros manipulan la verdad, continúan mintiendo, pues al fin y al cabo su naturaleza criminal los acompañará hasta el último día de su existencia. Alegan, háganme el bendito favor, que ellos son las víctimas. Y partiendo de semejante insensatez va a ser muy difícil que como consecuencia de este proceso de paz vaya a haber una reparación integral y duradera de las víctimas.

Me concentro en una población que ha sido particularmente afectada por la guerrilla: las mujeres.

Resulta lamentable que los crímenes que las Farc han cometido contra personas del sexo femenino hayan entrado en el paquete de la impunidad. No habrá castigo para aquellos jefes terroristas que esclavizaron sexualmente a las mujeres, que las obligaron a abortar, a abandonar a sus hijos, entre muchos otros crímenes. Todos aquellos quedarán sin castigo y sus perpetradores recibirán, cuando mucho, una condena simbólica y una curul en alguna corporación pública.

No podemos quedarnos cruzados de brazos. En los años 70 del siglo pasado, durante una semana funcionó en la ciudad de Bruselas el Tribunal Internacional de los Crímenes contra la Mujer, al que concurrieron muchísimas mujeres de distintos países del mundo y que se dieron a la tarea de enumerar todos los crímenes y modalidades de los mismos que se han cometido contra ellas.

Si bien ese tribunal no tuvo alcances judiciales, sirvió como piedra angular para generar conciencia y trazar políticas públicas enfocadas en la prevención de la violencia contra las mujeres.

Dado que las Farc ni van a reconocer, ni van a reparar y mucho menos pedirán perdón por los delitos que durante 50 años cometieron de manera sistemática y generalizada contra las mujeres, propondré un gran pacto nacional que convoque a todas las que han sido víctimas de algún tipo de violencia para efectos de realizar en nuestro país una nueva versión del Tribunal Internacional de los Crímenes contra la Mujer, esta vez de alcance nacional. Mi objetivo es que ese escenario sirva para evidenciar y poner en conocimiento de toda la sociedad los vejámenes a que fueron sometidas aquellas que padecieron el ignominioso rigor violento de los grupos armados ilegales.

Santos podrá ofrecer y hasta garantizar toda la impunidad que la guerrilla anhele. Pero nosotros como sociedad no podemos convertirnos en testigos silentes de ese abuso. Si el Estado no imparte justicia, tenemos que hacérselo saber al mundo. Se debe poner en conocimiento de todos, el daño que las Farc le hicieron a las mujeres durante los años en que aterrorizaron a nuestro país y ese será el propósito central del Tribunal de Crímenes contra la Mujer.

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