TRINCHERA DE DIGNIDAD

La resistencia venezolana frente al régimen es una verdadera muralla de contención a la barbarie que amenaza con extenderse en buena parte del continente. La amenaza está a la vista. No se trata del los viejos esquemas marxistas-leninistas fracasados en el pasado, aunque el ideal comunista se mantenga adaptado a las nuevas realidades existentes. Estamos en el siglo XXI. Muchas cosas han cambiado, pero muchas otras se mantienen intactas. Las ambiciones de poder político y económico, el militarismo, la prédica relacionada con la lucha de clases, la soberbia dirigencial, la lucha sintetizada en amigos y enemigos más que en aliados y adversarios, el oportunismo y tantas cosas que pudiéramos señalar. Lo cierto es que todo puede sintetizarse en la nunca desaparecida lucha entre dictadura y democracia, con los matices que los tiempos han impuesto a ambas.

Para decirlo con palabras de Alexander Solzhenytsin, “El comunismo sólo se detiene cuando encuentra una muralla”. Esto es exactamente lo que está sucediendo en Venezuela. Resistencia civil, pacífica pero activa, avalancha de protestas, manifestaciones a granel, paros sectoriales, denuncias bien fundamentadas sobre la escandalosa corrupción existente y los desastres administrativos y financieros que han logrado quebrar al país con las mayores reservas petroleras del mundo. La nación está combatiendo con la razón y las palabras. A la cabeza de la lucha están las universidades y una nueva generación de estudiantes, jóvenes aún, aunque formados en estos quince años, pero firmemente anticomunistas. Las armas las tiene el régimen. Las policías de variada naturaleza, paramilitares uniformados o no convertidos en verdaderos escuadrones de la muerte, francotiradores y unas fuerzas armadas divididas entre los ideologizados al servicio del régimen bajo la dirección castrista y los que saben que su deber es atender el mandato moral y político de la resistencia civil.

El señor Maduro dice por enésima vez que lo quieren matar, que hay un golpe en camino, que lucha contra una insurgencia armada, que los Yankees están listos para invadir y tumbarlo como hicieron con Noriega en Panamá y muchas necedades más. Por tales motivos suspende de hecho las garantías constitucionales, aunque de Derecho la Constitución y las leyes se manejan a capricho y de acuerdo a las necesidades crecientes que impone la represión. El año pasado hubo 24.700 asesinatos ejecutados por un hampa que dejó de ser común para convertirse en crimen organizado. Por las protestas políticas, en dos meses, llevamos 38 muertos, centenares de heridos, decenas de torturados y bastantes desaparecidos. Parlamentarios despojados de su condición como María Corina Machado, líderes destituidos como los alcades de San Cristóbal y Mérida en el occidente andino y de San Diego en Carabobo. Amenazas “judiciales” contra la alcaldesa de Maracaibo y los opositores alcaldes de la Caracas metropolitana. Todos elegidos por amplia mayoría popular en diciembre pasado. Podría seguir, pero no hay espacio. El cambio es urgente. S.O.S. Venezuela.

oalvarezpaz@gmail.com Viernes, 28 de marzo de 2014

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