Un año incierto

El panorama económico se muestra turbio con IVA o sin IVA, y se ensombrece cada vez más por los temores que despiertan cosas como el virus del zika, el fenómeno del Niño y las desviroladas medidas del Gobierno.

Como las cosas se han ido poniendo color de hormiga, ya Santos se comprometió a no aumentar el IVA este 2016, lo que sería una pesada lápida para su añorado plebiscito. Así que para llenar el hueco fiscal tendrá que echar mano de la imaginación y el exiguo capital político de MinCárdenas, a quien ya no le ayuda ni viajar en bus intermunicipal.

Es que el panorama económico se muestra turbio con IVA o sin IVA, y se ensombrece cada vez más por los temores que despiertan cosas como el virus del zika, el fenómeno del Niño y las desviroladas medidas del Gobierno.

Eso de prohibirle el porte de armas a la gente de bien, mientras los criminales campean a sus anchas, es una señal muy preocupante, sobre todo en medio de un proceso de apaciguamiento que va a dejar en la calle a muchos delincuentes.

Hasta ‘Martín Sombra’ cuestiona el indulto que el Gobierno les está otorgando a guerrilleros de las Farc, y advierte que lo tienen sentenciado a muerte por traidor. Es que esa gente no está jugando: justo después de que el Gobierno tomó medidas contra Fedegán –en La Habana piden que se “desganadericen las economías rurales” (100 propuestas mínimas)–, las Farc declararon objetivo militar a José Félix Lafaurie: “corrupto narcoparamilitar que está en contra de la paz y se roba el dinero de nuestros campesinos”.

La atmósfera de pesimismo imperante se incrementa con el bombardeo de mensajes contradictorios que siembran dudas y desazón. Por ejemplo, ¿qué se puede pensar cuando un general ecuatoriano asegura que las Farc incrementaron la compra de armas desde el inicio del proceso de paz? ¿O cuando tras un anuncio de austeridad se siguen conociendo contratos como el de la compra de cuatro tapetes para Palacio por $ 97 millones?

¿Y qué tal los más de $ 5.000 millones en contratos adjudicados a dedo a la empresa de la esposa del ministro de Minas, Tomás González? Si en el 2012 el olvidado ministro de Transporte Miguel Peñaloza tuvo que renunciar por un caso parecido, ¿por qué González no se ha ido? Ah, ¿y el hermano de MinCárdenas, prolífico contratista estatal?

A Santos lo inquieta que los noticieros irrumpan a diario con videos de asaltos y asesinatos porque para su gobierno lo importante es la ‘percepción’ y no la realidad. Si los colombianos tienen ahora menos intención de comprar casa o carro (Fedesarrollo), no es porque la economía dé muestras de fatiga sino porque los medios, incluso ‘enmermelados’, no han logrado vender la pregonada ‘prosperidad’.

De hecho, la ‘percepción’ que se tiene del Gobierno, por estos días, es deplorable. En la primera encuesta del año (YanHaas), solo el 21 por ciento de los encuestados aprueba la gestión de Santos, apenas el 16 por ciento cree que la economía está progresando y el 70 por ciento considera que el país va por mal camino. Los datos se recolectaron antes de la venta de Isagén.

Y si a los colombianos les va a ser difícil perdonar esa enajenación, qué tal que se enteraran de cosas peores. ¿Sabrán que el índice de precios de la Bolsa de Valores está en el mismo nivel del 2009 y que se perdieron todas las ganancias de seis años? ¿O que Ecopetrol valía US$ 130.000 millones hace tres años y hoy tan solo US$ 12.000 millones? Esos US$ 120.000 millones de diferencia son 60 veces lo que Brookfield pagó por el 57 por ciento de Isagén. Es una desvalorización de más del 90 por ciento y lo insólito es que estamos vendiendo petróleo por debajo del costo de producción.

Pero lo que ha desnudado nuestro “empobrecimiento” ha sido la trepada del dólar, el que se desplomó a partir del 2003, cuando el Estado casi fallido recuperó la confianza. Hoy lo que reina es la incertidumbre. ¿Hacia dónde vamos?

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