Un mundo en ascuas

Se conmemora el centenario de la Gran Guerra de 1914. Un recuerdo que ha estado rodeado de aprehensiones con respecto a si algo parecido podría ocurrirnos en este año. La actitud del presidente de Rusia frente a Ucrania ha generado las peores sospechas. Y los temores se incrementan.

La Primavera Árabe alimentó ilusiones que fueron flor de un día. Y hoy ya no se sabe si el enemigo de ayer es el aliado de hoy. Es el caso de Siria. Para nosotros el tema es casi ininteligible. Obama, Premio Nobel de la Paz, que se proyectaba como un gobernante que no llevaría otra vez a Estados Unidos a una guerra, después de mucho meditarlo, resolvió anunciar al mundo el miércoles pasado, que ordenaba una guerra, eso sí diferente, contra el así denominado Estado Islámico.

Eso lo hacía en vísperas de la conmemoración del episodio más doloroso en su historia continental: el ataque de Al Qaeda, Osama Bin Laden, a Nueva York, al destruir las simbólicas torres gemelas, al atacar a la sede de la mayor fuerza militar en la historia del mundo, el Pentágono y al intentar otros ataques que se frustraron. Entre nosotros se recordaba el derrocamiento del gobierno de Allende.

Una guerra diferente, porque no habrá en tierra dispositivos militares de naturaleza alguna. Será una guerra aérea, en la cual los drones jugarán un papel central. Se necesitarán aliados. Eso no va a ser fácil. Al parecer una coalición mundial acompañará a Estados Unidos en esta empresa, para destruir (es la palabra que utilizó Obama) a una organización que se plantea más feroz, implacable y peligrosa que Al Qaeda. Una vez más, el terrorismo está en el centro de la vida internacional. Degollar dos periodistas americanos y enviar los videos para que fueran difundidos profusamente, era un hecho sin precedentes. Aterrador. Indicativo de lo que eran capaces. Obama no tenía alternativa. La opinión pública lo respalda.

Al lado de acontecimientos tan dramáticos están ocurriendo otros muy preocupantes. En el Reino Unido habrá un referendo para decidir si Escocia abandona esa unidad política para constituirse en un estado independiente. Las encuestas dicen que ahora la idea independentista va a ganar. Ojalá no sea así. Vascos, bretones, catalanes, están muy pendientes del resultado. La integridad territorial de España está en juego y, también, la de otros países. ¿Acaso un mundo, 1913, –palabras de Eduardo Posada Carbó- que no podía controlar su trágico destino?

Europa toda está buscando cómo recuperar un lugar de preeminencia en el escenario internacional. China se mueve con holgura en África y América Latina. Invierte, presta, compra en cantidades que superan las cifras tradicionales de los países que predominaban en estas regiones.

Venezuela, con el respaldo de América Latina y del Caribe y sin rival, se prepara para ingresar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a partir del 1 de enero de 2015. Ojalá no lleve consigo el tema de las Farc.

En verdad, no es el mejor momento ni en Estados Unidos, ni en Europa, ni en Latinoamérica, ni en otras regiones. Las organizaciones multilaterales no responden con prontitud ni eficacia ante los nuevos desafíos. La gobernabilidad mundial es muy precaria. Y el recuerdo sombrío de 1914 sigue atormentando las mentes de los que tienen responsabilidades gubernamentales.

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