Un mundo patas arriba

Se han realizado las elecciones más atípicas que recuerde la democracia norteamericana y el señor Donald Trump ha sido declarado vencedor con todas las de la ley: ganó limpiamente y contra todos los pronósticos la Casa Blanca, logro amplias mayorías en el Senado y en la Cámara y consolidó una gran ventaja en el abanico de gobernaciones estatales. 

Un triunfo sólido que le entrega un manda incuestionable y que ha puesto patas arriba al mundo entero y como cosa curiosa todos quieren que no cumpla las promesas de campaña en relación con el muro con México, la deportación masiva de indocumentados, la prohibición para migraciones musulmanas y su deseo de aislarse, al menos financieramente, de sus compromisos con la Otan, Alemania y Japón. Una apabullante mayoría blanca ojiazul lo catapultó al poder y a su vez apabulló el tan cacareado poder electoral de las minorías latinas, negras y asiáticas.

Su victoria aplastante y aglutinante la logró casi en solitario, con el apoyo casi exclusivo de su familia, pero no contó ni con el apoyo de la dirigencia republicana y mucho menos con la estructura electoral que si tuvo por parte de los demócratas la señora Hillary Clinton. Muchos pueden alegar que fue la acción pendular de los resultados que por ciclo cambian de favoritismo, pero lo cierto es que tan cantidad de sufragios supero ampliamente la propia base de su partido, el republicano.

Llega pues a adueñarse del Salón Oval sin ningún tipo de compromisos políticos o económicos, por ello es mucho más desafiante el reto que le espera. Su mejor arma como candidato puede ser la peor como gobernante: su imprevisible y fogosa personalidad. Pero tiene a su favor su eslogan profesional.: "todo lo que mi ego se propone lo logra". Sus detractores, que no son pocos, lo acusan de ignorancia supina en cosas de Gobierno, pero él espera superarla rodeándose, como acostumbra, de un equipo capaz y muy profesional.

Durante toda su vida se ha destacado por ser un constructor visionario y un muy eficiente administrador. Dueño de una bimillonaria fortuna su nombre es sinónimo de una cotizada franquicia y su gran capacidad negociadora es legendaria .Si el aforismo anglosajón que proclama que "gobernar es negociar" es cierto sus logros podrán dinamitar y modernizar a los Estados Unidos. Por ahora debe empeñarse en unificar a una nación profundamente dividida. Si lo logra el resto vendrá por añadidura.

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No deja de ser curioso que por estas mismas calendas estemos celebrando los veintiún años de la desaparición de esa gran figura emblemática de nuestra democracia, la del doctor Álvaro Gómez Hurtado, vilmente asesinado en su hábitat universitario por fuerzas oscuras que aún permanecen en la más dramática y censurable impunidad.

Figura admirada y respetada a través de una vida de grandes servicios al país, hoy su pensamiento sigue más vigente que nunca. ¡Cuánta falta hace la pureza y profundidad de sus doctrinas y la acrisolada ética de su quehacer histórico!

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