Un nuevo retroceso

A pesar de que algunos sectores del país están celebrando el comunicado de las Farc y el ELN como otro paso hacia la paz, dentro del marco del esquema equivocado que decidió adoptar el Gobierno de Santos, lo cierto es que esa manifestación conjunta de las dos organizaciones es la prueba reina de que se va hacia atrás, como el cangrejo.

En dicho comunicado no hay nada que permita identificar ni siquiera un indicio de la existencia de voluntad real del terrorismo de cesar la violencia y entregar las armas.

Y sin esa condición previa, no hay  nada que hacer.

Los dos grupos armados ilegales se sentaron a superar sus diferencias para insistir conjuntamente en posiciones que han impedido hacer la paz en Colombia, no a plantearle al país actitudes nuevas que permitan alcanzarla. ¿O será que alguien puede creer que la reconstrucción de un escenario similar al de Tlaxcala en el pasado, cuando el Gobierno de la época dialogó con la coordinadora nacional guerrillera, también en medio de las balas y las bombas, es un gran paso hacia el final del terrorismo?

No lo es.

En realidad se trata de un retroceso, que tiene el propósito de debilitar los avances que se hicieron durante el Gobierno del ex presidente Uribe.

Preocupa mucho que todo esté sucediendo  porque las Farc y el ELN están tratando de recuperar el terreno que han perdido, amparados en la actitud equivocada y terca de un Gobierno, que hoy es prisionero del esquema teórico unilateral que se inventó para alimentar sueños de grandeza.

Duele que se le esté haciendo tanto daño a la verdadera posibilidad de dejar atrás, definitivamente, los horrores del terror contra los colombianos.

Eso solo será posible gracias a que las fuerzas legítimas de la nación continúen actuando en cumplimiento de sus deberes constitucionales y legales, y cuando los grupos que pretenden imponer al país un sistema, mediante el uso las armas, cesen sus acciones criminales como condición inamovible  para conversar.

Se equivocan quienes creen que regalar espacios políticos favorece la consecución de la paz.

Y eso es lo que está ocurriendo. La declaración conjunta de las Farc y el ELN lo pone, otra vez, en evidencia. En los términos de la declaración que acaban de hacer lo que se identifica es la intención de volver al pasado.

Quieren recuperar los escenarios que perdieron, lograr que la comunidad internacional los mire con cierta benevolencia, imponer su visión y obligar a la sociedad colombiana a que viva sometida a sus preceptos. ¿Hasta cuándo va a permitir el Presidente Santos que nos alejemos más de la paz?

En esta materia no puede haber equivocaciones.

Mientras mayor tiempo se dedique a unas conversaciones cuyas debilidades y errores estructurales impiden que se alcance el objetivo ideal, que todos compartimos, más largo será el tiempo histórico que se requerirá para lograrlo.

En las circunstancias actuales no se registran avances. Solamente hay retrocesos. Esa es la verdad, así no lo quiera reconocer quienes están empeñados en hacerle creer a la nación lo contrario.

Cada día que pasa sin que el terrorismo cese en forma definitiva y unilateral sus acciones criminales para conversar nos aleja aún más de la paz.

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