Un pacto por la Tierra

La Cumbre del Cambio Climático de París es tal vez una de las últimas oportunidades para estabilizar el clima del planeta. Se requiere una verdadera alianza global.

En París el mundo se gasta los pocos centavos que le quedan para que el calentamiento del planeta y el cambio climático que implica no amenacen la existencia misma de los humanos o hagan la vida muy difícil a las generaciones de finales de siglo.

La Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 21) tiene un significado especial porque puede ser la última oportunidad para estabilizar las condiciones de la Tierra.

Se esperaba que en la COP 15 celebrada en Copenhague en 2009 se lograse un acuerdo para darle continuidad, bajo nuevas medidas, al Protocolo de Kioto que puso límites a 35 países para las emisiones de gases de invernadero, acuerdo que no siguieron los mayores contaminadores, Estados Unidos y China.

Tras ese fracaso, la esperanza quedó puesta en París, para fijar un periodo de transición de cinco años a fin de aplicar un nuevo tratado después de 2020, cuya obligatoriedad es una de las grandes discusiones pendientes.

Casi desde sus inicios, estas cumbres del clima establecieron que el planeta debería limitar las emisiones a un punto en el que la temperatura no aumente 2 grados centígrados sobre la que había en la era preindustrial.

Va 1°C gastado, recordó el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, aunque la buena noticia es que al menos en los últimos tres años hay tendencia a la estabilidad.

Hasta ahora en la COP21 180 países presentaron planes de reducción, representando 95% de las emisiones globales de esos gases, intenciones cuya verificación es uno de los asuntos inconclusos para el acuerdo.

Más allá de los anuncios, los días previos a la cumbre y las dos primeras jornadas han puesto sobre el tapete dos temas cruciales para el mundo y para Colombia.

Uno es la campaña frontal para desestimular el uso de combustibles fósiles, con alianzas como la lanzada por Francia e India para invertir 1 billón de dólares a 2030 para el desarrollo masivo de energía solar y otra inyección económica de Bill Gates para en cinco años avanzar en energías renovables.

Un grupo de varios países, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional alzaron su voz para que al fin se imponga un impuesto al carbono, como lo había sugerido acá en estas páginas el codirector del Banco de la República, Carlos Gustavo Cano.

Esto, complementado con otros actores que llaman a eliminar los subsidios a los combustibles para reducir su uso.

El otro tema es la deforestación, clave en estas conversaciones para la reducción de gases.

Varios países han anunciado ayudas con ese fin. Así, mientras el presidente Juan Manuel Santos se comprometió ante la plenaria a reducir a cero la tala en la Amazonia a 2020 -una meta improbable- y a detener la del resto del país a 2030, logró que Alemania, Noruega y el Reino Unido se comprometieran a entregar US $300 millones a medida que se muestren resultados.

Son muchos temas de una gran importancia para el futuro del planeta, muchos retos y presiones en un momento clave no solo porque se agotan plazos y límites, sino por la conflictiva situación internacional. Pero la Tierra no da espera, el cambio climático nos afecta a todos, y hay que actuar. Y esa es la esperanza, que París sea el comienzo de la verdadera alianza mundial por un urgente objetivo común.

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