Un ‘pulso’ entre pesos pesados

En el panorama energético mundial se libra un ‘pulso’ entre dos pesos pesados de los hidrocarburos: el Cartel de la Opep, cuyo poder ha disminuido de manera significativa en el último lustro, y los ‘advenedizos’, los productores que utilizan las nuevas tecnologías no convencionales, principalmente —pero no limitadas— a lo que se denomina ‘fracturación hidráulica’.

La estrategia del Cartel de la Opep ha sido y sigue siendo sacar del mercado a los productores de petróleo y de gas de esquisto, hidrocarburos más caros de extraer y por lo tanto con un umbral de rentabilidad más alto. Y a pesar de que la Opep afirma que “El crudo de esquisto es un fenómeno que va a seguir con nosotros, con el que hay que encontrar un equilibrio”, el cartel está satisfecho con la estrategia que parcialmente ha dado resultado en el sentido de que ha habido un progresivo aumento de precios desde febrero. Sin embargo, el mes pasado la producción de petróleo en EE.UU llegó a niveles récord de 9,5 millones de barriles por día, guarismo que les permitió a los gringos convertirse en los primeros productores de petróleo del mundo.

En el anverso de la moneda, los productores no convencionales —lejos de estar ‘cartelizados’— toman decisiones exclusivamente con base en las señales de precio del mercado y mantienen un alto nivel de inversión en tecnología que cada día les permite extraer petróleo y gas a un menor costo. La enorme ventaja de los productores de petróleo no convencional es que las barreras de entrada y salida son muy bajas. Es decir, que a precios cercanos a los 50 dólares el barril pueden temporalmente abandonar los campos para regresar cuando el precio sobrepase esa cifra. Y a medida que avance la tecnología, el umbral de precio que les permite a los no convencionales ser rentables tiende a la baja. La Opep podrá neutralizar de manera temporal a los ‘advenedizos’, pero nunca sacarlos del ‘ring’.

¿Y de qué manera el ‘pulso’ entre el cartel y los ‘advenedizos’ puede afectar a Colombia? Al ponerle un techo al precio del petróleo, techo que ronda los 65 dólares, y al desarrollar tecnologías que logran un piso cada vez más bajo, pudiendo llegar a los 40, 30 o aun 20 dólares, los ‘no convencionales’ se volvieron los árbitros del precio del crudo. Para Colombia, en donde el fisco depende de los ingresos de los hidrocarburos y minerales como el carbón, las noticias son regulares. De acuerdo con la Comisión Tributaria, con el gasto público de hoy, el país tendría faltantes fiscales por 11 billones de pesos, cifra que ascendería a 22 billones en el 2022. Estas cifras están basadas en un precio del crudo por encima del umbral actual. ¿Qué pueden llegar a ser con un precio de 40, 30 o 20 dólares? No quiero ni pensarlo.

Y si bien se plantea una reforma tributaria integral para aumentar recaudos, la misma comisión advierte: “Para cerrar el faltante de ingresos puede contribuir más al crecimiento la eliminación de un gasto público ineficiente e inequitativo que un aumento en tributos”. Buena parte de ese gasto ineficiente e inequitativo es la ‘mermelada’, cuyo resultado, según Armando Montenegro, es “…un reguero de plata repartida entre contratistas, alcaldes, gobernadores, jefes menores y calanchines de todos los pelambres.”

Si se pretende alejar del precipicio, a partir de ahora la tostada tendrá que servirse sin ‘mermelada’.

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