Un re-constituyente para las Farc

Un reconstituyente político que los saque de penas y los catapulte al poder es la Constituyente corporativa y fascista que proponen.

Las Farc han hablado, otra vez, desde La Habana para trazarle al pueblo colombiano y a su gobierno mediocre, el camino próximo a seguir en materia de transformación del Estado por medio de una Asamblea Constituyente donde estén representadas las nuevas fuerzas corporativas, los nuevos cuerpos sociales étnicos y gremiales que hasta ahora han sido excluidos por una sociedad, según ellos, plutocrática, mafiosa, proimperialista y corrupta, es decir, el resto de los colombianos que no somos de la cuerda directa o simpatizantes de las Farc. Por supuesto el inminente acuerdo Farc-Gobierno Santos deberá ser refrendado por el pueblo colombiano en una instancia que para las Farc es una Asamblea Constituyente donde llegarían a hacer parte de una manera privilegiada, sin someterse a la votación popular.

La cercana Constitución de 1991, fruto de una Constituyente, tuvo como antecedente los acuerdos de paz con el EPL, M19 y Quintín Lame, organizaciones guerrilleras que se desmovilizaron y entregaron las armas antes de participar en la Constituyente. Los combatientes y los dirigentes político-militares de estas fuerzas ilegales formaron cuerpos políticos que duraron lo que duran organizaciones que llevan en su seno el gamonalismo, la utilización personalista de los subsidios del estado, la división ideológica y la enfermedad gitana del embuste, menos el EPL que convertido en Paz, Esperanza y Libertad, fueron sus militantes asesinados por las Farc y la disidencia caraballista en Urabá, algunos se refugiaron en las autodefensas y otros sobreviven cumpliendo lo pactado. Quedan, de los otros, individualidades que figuran a título personal en la política nacional como Antonio Navarro y Gustavo Petro.

La Constituyente que pretenden las Farc, para cambiar la estructura filosófica y social actual, está diseñada de manera corporativa, es decir, donde no tendrán asientos los ciudadanos ni los partidos, sino las corporaciones de los sindicatos, las etnias indígenas y afronativas, y probablemente los empresarios, los profesionales, los artistas y los desempleados, una vez estén agrupados en corporaciones. Este modelo corresponde al estado fascista de Mussolini, pero el primero en implantarlo fue el dictador Oliveira Salazar en Portugal en 1925. El corporativismo constitucional es un invento de las Farc. El corporativismo en el poder legislativo es una creación del fascismo europeo. Este sistema se basa en que la sociedad no está compuesta por ciudadanos, sino por las agrupaciones de los mismos que cumplen un papel en los medios de producción y en la división del trabajo, por lo cual son los verdaderos representantes de la nación en los cuerpos colegiados. La ficción del corporativismo se basa en que la sociedad no está compuesta por personas naturales, sino por personas jurídicas que forman el corpus económico y productivo nacional. Es a esas corporaciones que corresponde la representación soberana del pueblo.

Para los fascistas de viejo cuño y para las Farc vestidas de guayabera, la democracia representativa que tenemos no les satisface. Quieren una Constituyente que re-constituya el Estado bajo su dirección o control. Por eso no entregarán las armas ni se desmovilizarán, ni pedirán perdón por sus crímenes, ni aceptarán ser causantes de millones de víctimas. Un reconstituyente político que los saque de penas y los catapulte al poder es la Constituyente corporativa y fascista que proponen. ¿Dónde quedan los comunistas cultos, los poetas sensibleros, los sociólogos de cabecera, los profesores eméritos que otrora levantaban las banderas antifascistas?

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar