Un tanque de oxígeno para Santos

El presidente virará a la derecha para ver si de allí puede tomar una bocanada de aire y mitigar la asfixia en la que ha entrado su gobierno.

Hace unos quince días los organizadores de un foro sobre paz en la Cámara de Comercio de Neiva se sorprendieron con una llamada de la oficina de Néstor Humberto Martínez. El superministro estaba planillado para asistir a ese evento un día después de que Alejandro Ordóñez interviniera pero a los asesores de Martínez les pareció mejor que el procurador y el ministro de la presidencia coincidieran el mismo día y en el mismo espacio.

Los organizadores accedieron y fue allí donde Néstor Humberto le puso la paloma de la paz a Ordoñez como símbolo de que comenzaría a buscar puentes de entendimiento con el jefe del ministerio público a pesar de las referencias destempladas que el presidente había soltado días antes sobre el procurador.

El hecho no era aislado. Semanas después, Néstor Humberto, en su nuevo papel de pacificador, le pediría una audiencia a Álvaro Uribe e iría a visitarlo a su despacho para llamarlo "patriota" como en efecto ocurrió.

Después de esto Santos convocó a los conservadores y en ese encuentro les confirmó varias cosas: primero, que se bajaría del bus del referendo para pedirle al pueblo facultades especiales y, segundo, que estaba pensando en recoger algunas de las tesis del uribismo como la de proponer unos espacios de concentración para los guerrilleros y endurecer su discurso en relación con el cese bilateral y algo de cárcel para los máximos responsables de las FARC.

Todo esto ocurre en un contexto fatal para el gobierno. Según las últimas encuestas de Gallup e Ipsos Napoleón Franco, el presidente no pasa de un 30 por ciento de favorabilidad y más del 70 por ciento de los colombianos piensan que las cosas van por mal camino.

La economía, a pesar de los resultados en la lucha contra el desempleo, tampoco pasa por su mejor momento. El hueco fiscal es superior al que nos contaron y con las restricciones vigentes de la ley de garantías, la tabla de salvación que suponía un mayor gasto público en las regiones terminó siendo apenas una quimera.

Pocos creen en la paz habanera y las FARC -torpes como de costumbre- no han hecho nada para darle fe a los colombianos en ese incierto proceso de negociación.

Sin legitimidad política, sin una ruta clara para la paz y con una economía tan frágil, Santos enfrenta la más dura crisis de sus dos mandatos.

Por eso los últimos hechos dan para pensar que el presidente virará a la derecha para ver si de allí puede tomar una bocanada de aire y mitigar la asfixia en la que ha entrado su gobierno.

No es de extrañarse entonces que detrás de la visita de Néstor Humberto Martínez a Uribe estén Humberto De La Calle, Luis Carlos Sarmiento y el propio presidente Santos, los tres conscientes de que el palo no está para cucharas y que este gobierno necesita a Uribe, a Ordoñez y a lo que ambos representan.

El problema es que ese modelo de liderazgo difuso con que ha gobernado Santos ya parece bastante desgastado y el timonazo puede carecer de credibilidad entre los colombianos. Más aún, pondría en evidencia que el primer mandatario no ha gobernado según sus prioridades sino que ha estado irremediablemente atrapado por la agenda que le ponen las FARC y Uribe.

Tal vez Santos no resista una nueva voltereta ante la opinión pública pero como van las cosas no le está quedando opción distinta que arrimarse al árbol que más sombra le dé y en este bosque espeso que es Colombia, tal parece que ese árbol está por el camino de la derecha en el que Santos, por fuerza de las circunstancias, terminará enfilándose otra vez. Juzguen ustedes si lo hará mal o bien.

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